20/2/24

PARCAMENTE

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 20/02/2024. Página 5.

 Galicia es un ámbito proclive al estereotipo que, en el caso de analistas con lecturas, hunde sus raíces en eternidades literarias de Rosalía, Cunqueiro o Torrente Ballester, que no son el país de hoy. De aquellas imágenes entre románticas y mágicas, parecía surgir un mundo poco proclive a los excesos y rigideces, a pesar de lo mucho que se mató en la represión franquista y de la fortísima persecución cultural de la dictadura. Galicia, como casi todos los territorios, es un mundo mal comprendido desde fuera. Y ha entrado en un tiempo de profundos cambios. Obsesionarse con que sus elecciones son legibles en clave nacional conducirá a muchos errores. El PP, again, ha conseguido convencer a su base electoral conservadora de que lo gallego es un regionalismo sano, no un nacionalismo, pero esto tiene los días contados. Galicia apunta a un modelo vascogalaico, y eso supone abandonar el viejo paternalismo por mor del desarrollo y la pura ultramodernidad. O sea, más identidad.

La vergüenza se enseñorea en las izquierdas, fuera del BNG, que ha cosechado menos de lo merecido, pero al que le queda mucho por alcanzar su techo. El PSOE gestiona muy mal su imbricación territorial, y Sánchez lo sabe ─por aquí vendrán los cambios─. Hace falta pisar mucho asfalto y mucha tierra para aparecer confiable, para ser uno de los nuestros. En terrenos de fidelidades, la improvisación ─relativa, en este caso─ de un candidato que ejerce en Madrid como diputado, no habla a la región. Eso se paga, por encima de ninguna amnistía.

Lo que es de órdago es la debilidad de Sumar, que como todo proyecto sin base, hace agua por todos los lados, por más que le presupongamos un acierto en su idea de conjunción. En un tiempo de bloques ideológicos, Sumar o el Frente Amplio que debería ser, es absolutamente necesario en términos politológicos, pero, la verdad, apunta muy malas maneras. Con esta debilidad, la derecha solo tiene que sentarse a esperar.

Podemos está en los clamores. Han ido cavando tozudamente su tumba: con sus fútiles relaciones periféricas, que han alimentado el leftnationalism local volviéndose ellos innecesarios; con sus posmoderneces de lector recién llegado y mal digerido; con su cesarismo enervante, con su cainismo… Esperan a la circunscripción única de las europeas como agua de mayo para engañar a su muerte lenta. Pero con la Parca, ya se sabe, negociar es locura.



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