IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS. 04/03/2025. Página 5.
Que la
postmodernidad hedía era indiscutible. Cuando uno toma conciencia de ello,
parece evidente, pero durante mucho tiempo hemos vivido pegados a un cadáver.
Teníamos tan naturalizada la peste, que pensábamos que ese era el olor de la
vida. No aprendemos.
Salir del embotamiento,
del estado de shock permanente, permite mirar con otros ojos. Inauguramos fases:
empezamos por el estupor para pasar a la sorpresa, llegar a la indignación y
aterrizar en la vergüenza. Lo siguiente será, dicen, la conciencia y la acción.
Pero los signos, todos los signos, estaban ante nuestros ojos. La muerte de la
posmodernidad era también la de nuestros últimos restos de dignidad y sentido
común.
Nuestras
sociedades han engordado nacionalismos desleales que han roto las solidaridades
internas. Envueltos en banderas, unos hacían ─están en ello─ metrópolis
neoliberales de individualismos salvajes y libertarios, con cantos a un
hedonismo tan irresponsable como para dejar abandonados a los ancianos como
perros con covid en una gasolinera. Mientras, otros jugaban al realismo mágico
de las redes sociales para, con la misma pauta de individuación, minar y ametrallar
el espacio de las mujeres con la trampa adjetival/pronombrativa y arrasar el
feminismo.
Cuando llegó
la destrucción de Gaza, debíamos haber explotado. ¿Cómo pudimos aceptar
tamaña infamia, destrucción, inhumanidad y crueldad? ¿Cómo no sentimos una
atroz vergüenza de no impedir ese genocidio? Al publicar los plutócratas
americanos el asqueroso video de la Riviera gazatí, debíamos
haber asaltado el palacio de invierno.
El cambio de
inflexión final ha estado en la entrevista/encerrona de Trump-Vance a Zelenski
en el despacho oval: la conciencia de estar ante un presente falto de códigos,
de ética real, de nulo aterrizaje moral, ha prendido la mecha.
Nuestro mundo
está patas arriba. Ya lo estaba, pero estábamos muertos.
Hay una
inmensa exigencia de orden que puede acabar con todo. No es solo aclarar lo de
Ucrania y si OTAN sí o solo Euroforce. Se trata de coser internamente el exceso
de mentiras y corrupciones: como un Mazón que está al borde de disolver al PP;
una juventud sin vivienda que va a tomar las calles; un feminismo harto de apellidos
de irrealidad… Todo está conectado. No es una restauración, aunque sí hay algo
de poda, de reclamo del revolucionario sentido común, de abandono del cinismo.
La voladura
del mundo ha de suponer ciertas bases éticas y democráticas. Pero el
apocalipsis es una posibilidad real.
El fin del mundo. José Gutiérrez Solana, 1932.