11/12/19

DE LOS MOZOS, OBISPILLO.

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 11/12/2019. Contraportada.

Andan bajo el riesgo mismo de la despoblación los Mozos de Coro de la Catedral —denominación mucho más auténtica que el lambido pueri cantores—, que solo once son los varoncitos, once, según avisan los pregones con preocupación.
De los Mozos de Coro salió una de las tradiciones vinculadas a las Saturnalia: el Obispillo de San Nicolás, fiesta propia de las escuelas catedralicias de toda Europa, también de las universidades, siendo tal fecha, 6 de diciembre, la que habitualmente marcaba el fin de las clases.
El Obipillo era elegido por el sochantre en la víspera de San Nicolás de entre los Mozos del Coro —que por el siglo XV quedaron fijados en doce sus titulares—. El jocoso personaje suponía una inversión en el orden catedralicio y religioso local pues habíasele de respetar y celebrar como si del propio obispo se tratara. Revestido con mitra, báculo y ropaje ceremonial, se allegaba el día de su onomástica a la iglesia de San Nicolás a oír misa y recibir de los clérigos el agasajo y pleitesía propios de su Ilustrísima. El incumplimiento de tales obligaciones —como quedó claro en 1552— podía ser castigado con graves multas y hasta la excomunión.
Las alteraciones de orden que suponía esta autoridad burlona y algo carnavalesca, cuyo mandato duraba desde San Nicolás a la fiesta de los Inocentes, proporcionaba también buenos servicios al palacio episcopal. El día 28 de diciembre, el obispillo partía con sus congéneres, acompañados del cabildo en pleno —so pena de multa— hasta el Hospital del Rey donde el Comendador y freires debían agasajarle y ofrecer colación a él y sus acompañantes. Lo mismo había de hacer el prior del Monasterio de San Juan. Con estas visitas burlescas, a menudo mal recibidas y peor despachadas, se reforzaba la autoridad del obispo citadino frente a las tentaciones autonomistas de otras instituciones eclesiales.
El formato actual de la fiesta no deja de ser una recuperación penosa, con varios obispillos recorriendo las calles y llegándose hasta la alcaldía en vez de visitar, a lomos de mula, que no a caballo, al comendador actual del Hospital del Rey, el Rector de la Universidad, y al prior de San Juan, la Directora de la Biblioteca Pública. Pudiendo ser una fiesta con perfiles escatológicos y ribetes culturales —grial anhelado—, queda en ñoñería bienpensante, propia de tiempos lerdos y sensiblitos.