30/3/22

...AL RÍO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 30/03/2022. Contraportada.

 Después de pisar una bosta, zurullo o heces, es ineludible su extracción y limpieza. Nada hay peor que hacerse el Larsson y prodigar la suela por alfombras y parqués, proceso conocido como enmierdar y que, lógicamente, supone una pésima reputación como pisador y conviviente.

¿Y quién le cuenta esto al presidente en funciones?

El pan que decía hacer Mañueco empieza a parecer borona intragable. El sulfuroso proceso de negociación entre el PPCyL y Vox ─lo poco que sabemos de él─, tiene todas las trazas de un proceso de aprendizaje e iniciación..., para los peperos. Los voxistas exigen respeto y maneras, que entren por turno en el despacho y besen la mano del signorino. No tienen prisa. No quieren ser ocultados como pecadillo venial antes de la ordenación del varón virtuoso llegado de Galicia. Vox inaugura en CyL una nueva fase de visibilidad, de poder, de fagocitación de la caducada medianía conservadora. Vienen a crecer.

El pacto se ha centrado en la máxima obtención de réditos para el porvenir ultra, razón de las consejerías elegidas. Vox parte de análisis servidos por la internacional Trump-neoliberal: a los tradicionales antisistema de ultraderecha tipo libertarians, suman los perjudicados/expulsados del sistema mundial de deslocalización industrial y especulación financiera. Su foco son las desguarnecidas clases productoras, los pequeños/medianos transformadores y el pequeño comercio/distribución. Esto es, el campo, y todos aquellos que se creyeron el mantra del emprendimiento, los autónomos que arriesgaron sus exiguos capitales y andan sempiternamente al borde de la quiebra. Todos aglutinados en un discurso que mixtura antiglobalización y nacionalismo glorificador.

El PP da por perdido el campo. Lo que desde la óptica de Feijóo debería ser un gran error. El despoblado mundo rural tiene un peso específico en nuestra política, y Vox lo sabe. Hay una cuestión de sociología histórica: el campo castellano es muy conservador. Además, está olvidado y maltratado. Vox no solo suple al PP en este ámbito, también aspira a comerse a la España vaciada. Como lo está haciendo con los autónomos, tan sensibles a discursos individualistas, exaltadores, épicos y antimpuestos.

Mañueco ha firmado su aniquilación. La única salida que le queda al partido y a su presidente regional es cortar por lo sano, volver a las urnas o envainársela y tratar de pactar con el PSOE. Pero eso sería patriotismo sin etiquetas, y los tiempos no están para tales frivolidades. Lo otro, seguir pisando…



16/3/22

CALIMA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 16/03/2022. Contraportada.

 Vivo diariamente el imposible sueño de una vida normal. Nada es como se supone y todo conduce al desborde. La astenia primaveral llega este año como maldición bíblica, con la sensación de vapulearme inmisericordemente, y caigo en cuenta de ello mientras escucho al locutor de la radio decir que se cumple el segundo aniversario del inicio de la pandemia… Estoy seguro de que tengo la fatiga esa, porque al hecho de tener el borde interior de las orejas en carne viva de la puta goma de las mascarillas, el tabique nasal escocido de la pinza de la ffp2, siento una irritación permanente ante las estupideces y sinsentidos que veo en mi derredor —de los excesos happyfloweristas, a los ignorantes y manipuladores de la historia, pasando por los negacionistas de la ciencia y del sentido común; ¡que no se puede llamar mujer a la hembra de la especie humana!, bueno, bueno…—.

Las elecciones regionales han puesto su granito de intranquilidad. La irresponsable convocatoria de Mañueco ha costado 6,6 millones al erario público. Súmese a eso otros 4 ó 5 millones gastados por los partidos concurrentes. Vamos, cerca de 12 millones de euros gastados para estos maravillosos resultados. Sin mencionar la ilusionante gestión de las negociaciones políticas que han conducido a la irrelevancia de todos los partidos, salvo de los ultras.

Y la guerra, joder. La guerra. Una guerra de mierda, estúpida —como casi todas—, que me tiene al borde del llanto con cada telediario en que aparecen las familias desesperadas abandonando sus hogares, separándose, mandando al extranjero a los hijos, contemplando cómo se van al garete sus pueblos y ciudades por no sé qué geoestrategia de los cojones al borde del Mar Negro. Viendo tanta muerte y destrucción, tanta necesidad y desgracia, uno se siente miserable quejándose del atraco que supone la factura de la luz, por no hablar de lo que ha subido la bolsa de la compra, cualquier servicio, la gasolina… Y, me temo, esto no ha hecho más que empezar, porque las guerras empiezan así, entre risas y bravuconadas, levantando los postes de las barreras como quien juega al sogatira. Y acaban con el hundimiento de un continente.

Para más inri, la calima, el simún redivivo, obliga a mayor embozo. No respire, no salga, no haga nada. Si no fuera por la solidaridad de algunos con los ucranianos era como para apagar la luz. 



2/3/22

LOS ALIADOS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 01/03/2022. Contraportada.

 El sincero subidón fraterno que experimentamos con el pueblo de Ucrania no debería ocultar las viejas lecciones que la guerra nos repite una vez más. La primera de ellas es que, por más injustificadas y absurdas que las veamos, las guerras se reproducen una y otra vez con cadencia pandémica. Siempre hay alguien dispuesto a invadir, luchar y exterminar. Y en la a menudo poco brillante especie humana —gregaria, caprichosa, insegura y veleta— sempiternamente hay voluntarios al fanatismo y a la sinrazón que siguen a los mesías autoproclamados.

Hay muchas causas que parecen conducir a la guerra: crisis de sistema, económicas, ideológicas, humillaciones históricas, cataclismos… Muchas de esas coyunturas, ante la sobreexposición general a los terrores y miedos culturales, producen hombres-destino, cirujanos de hierro que cuasi paternalmente, se ofrecen a mitigar la sensación de inseguridad, caos o ingobernabilidad que asola a la población. Caudillos. Segunda lección: cuando la sociedad se anula en favor de tales jerarcas, duces, führers, jefes, guías, timoneles, etc., el horror no tarda en surgir. Las demandas iniciales de seguridad acaban siempre en regímenes autoritarios, temerosos de las libertades individuales, constantemente represores, belicosos, exterminadores.

Putin no es un actor novedoso en la historia. Y sorprende ver ahora a quienes se sorprenden. También a quienes se distancian a última hora de su admirado amigo y modelo, esos que creen en el valor supremo de la fuerza, el carácter, la historia —manipulada convenientemente, claro— y la religión. Putin ha sido, es, el referente para muchos de los seguidores de Trump —ambos líderes se han mostrado mutuamente admiración, amén de compartir servicios cibernéticos que alteraron las penúltimas elecciones americanas—. También es buen amigo y financiador de la ultraderecha europea, la de Orban, Le Pen, Salvini, Chrupalla, Morawiecki, Svazek, Grieken, Rakachanov, Helme, Tomasevski, Roos y Pavelescu, esa que se reúne en Madrid para apoyar al quirúrgico Abascal, esa que, a través de sus lobbies y fundaciones, como la hispanísima y pro-Vox CitizenGo, comparte principios esencialistas con el hipernacionalista Aleksandr Duguin y otros fundamentalismos.

De Ucrania nos vence y solidariza el sufrimiento de la población y su defensa de la libertad (la auténtica, no la de tomar cañas con tapas). Pero los de la grandeza, los de los sueños imperiales, que no se embosquen ahora que vemos que detrás de todos sus ismos está la destrucción, el desprecio de lo minúsculo y anónimo, de la gente.