21/7/21

MEMORIA DEMOCRÁTICA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 21/07/2021. Contraportada.

 En los 60 y 70, la generación que había nacido al terminar la II Guerra Mundial empezó a cuestionarse el pasado, las implicaciones y compromisos de sus padres y abuelos en el establecimiento del III Reich nazi, de las leyes racistas, de la solución final... Aquellos cuestionamientos procedían de jóvenes educados en escuelas en las que se habían aplicado con firmeza los programas de desnazificación y la más estricta formación en los principios democráticos. La RFA experimentó una profunda crisis social con interpelaciones íntimas, familiares, que también tuvieron su traslado a los debates históricos y a la literatura. De este contexto salieron los grandes políticos germanos implicados en la construcción europea y en la configuración de la moderna Alemania. Socialdemócratas y Conservadores.

A menudo me pregunto cómo trasladar la necesidad de ese juicio histórico y compromiso ético a la sociedad y política española. España vivió una larga dictadura basada en una terrible violencia —física y estructural—, en una corrupción galopante en las clases rectoras y el aletargamiento de la población cómplice o ideológicamente anodina bajo los habituales principios de orden y seguridad. Cuarenta años de franquismo supusieron en la práctica distintas dictaduras merced al camaleonismo del régimen. Y, lógicamente, infinidad de vivencias de más de dos generaciones. Pero los recuerdos familiares, la intimidad de la vida cotidiana no compensa o blanquea hechos constatados: los asesinatos, las persecuciones, robos y expropiaciones, una represión sistemática y cruel de la que nada decía el Nodo, la prensa oficial o la ulterior televisión. Había una España franquista y otras completamente reprimidas.

En un país ignorante e iletrado, la ausencia de compromisos de la derecha para alcanzar un pacto sobre la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia impide que asentemos los principios de modernidad y europeísmo que tanto se cacarean. Volver al búnker y rechazar la Historia del siglo XX —la hecha desde parámetros científicos, con evidencias primarias, metodología y rigor—, nos devuelve al barbarismo de hechuras matoniles, intolerante, la España antirreconciliación. Tan fácil que les resulta ver que Cuba es una dictadura y son voluntarios ciegos para nuestro pasado franquista.

La memoria democrática es una apuesta necesaria por la justicia, la verdad y la reparación. Hacer bandera de lo contrario es, simplemente, reconocerse en el aterrador “viva la muerte, muera la inteligencia”.  Pobre España.



7/7/21

LEER O NO LEER...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 07/07/2021. Contraportada.
 
          A través de las posibilidades que ofrece el lenguaje para estructurar el pensamiento, el ser humano construye realidades que, paradójicamente, también le construyen a él. Es como el dibujo de Cornelius Escher de las dos manos que se dibujan entre sí. La mente humana es metafórica, accede al conocimiento por medio de su adecuación a un relato, a un cuento, a una parábola cautivadora. Conocimiento, que no necesariamente Ciencia, pero ese es otro cantar.

Detrás de esta portentosa cualidad humana está la literatura y, a continuación, el resto de las artes. El poder de la narración es antiguo e inconmensurable. Ante una buena historia, la verdad poco importa. La forma cumbre de esta construcción de la realidad es la novela, un género creador de mundos y personajes que acaban siendo ante nuestros ojos más reales que las entidades corpóreas de nuestra cotidianidad.

La novela, la primera gran novela, fue el genial invento de Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, una historia sobre lo maravilloso y lo real —el poder de la lectura— donde la aparente locura de su personaje se revela como la más lúcida de las interpretaciones de su/nuestro mundo. Cervantes confiere al lector una autonomía de adulto-en-el-mundo, deja que seamos cada uno quienes concedamos a don Alonso/Quijote nuestro respeto y juicio por sus acciones, libres de apriorismos morales o valoraciones del autor. La lectura de tan fascinante obra se convierte en una experiencia psicológica particular, en un acompañamiento de sus protagonistas, en un viaje —siempre el viaje—, en conocimiento. Esta maravilla del siglo XVII encumbra a Cervantes en el Olimpo artístico humano, sin continuidad en las Españas hasta la llegada del siglo XIX.

Con novelas se ha inventado el pasado y el futuro —que no la Historia—, y con tales Frankensteins se alcanzó la gloria del nacionalismo tras viajar en el tiempo millones de lectores y conocer epopeyas y gestas inmarcesibles, imperios inagotables, héroes legendarios. El nacionalismo es fruto de la novela histórica del XVIII y XIX, del cuento de la existencia milenaria de las naciones y su mismidad. El nacionalismo es una novela devenida en religión. En cuanto a los nacionalistas, prevengámonos una vez más del homo unius libri, y reivindiquemos la maravillosa locura de leer: lo más parecido a la anhelada libertad.