Cuando,
curiosos, nos acercamos a la Historia para saber de las grandes figuras de la
Ciencia, topamos con las tremendas persecuciones y penalidades que sufrieron al
defender sus descubrimientos. Al final, las novedades de aquellos filósofos,
físicos, médicos, matemáticos, biólogos y demás librepensadores acabaron por
aceptarse, pero, hasta tanto, los fanáticos religiosos, los ultraconservadores
políticos, los negacionistas del progreso… propiciaron que la vida continuara
siendo más oscura, más dura, con mayor sufrimiento, más corta.
Hoy más que
nunca somos conscientes de la importancia de la Ciencia. El mundo entero se
agarra a los resultados presentados por las nuevas vacunas, pues de ellas,
junto con el control de nuestros comportamientos, depende el que podamos
recuperar la normalidad perdida. Solo la Ciencia puede acudir a nuestro
rescate. Y va siendo hora ya de que nos tomemos en serio esto aquí. El viejo
sueño de los regeneracionistas y, antes que ellos, de los pedagogos de la Institución
Libre de Enseñanza, de sentar las bases del desarrollo nacional a través de la
promoción del conocimiento libre y experimental, del fomento de la ciencia y la
técnica, con buenas bases educativas y un sólido tejido investigador, sigue
esperando su turno en España.
Las
heterogéneas manifestaciones anticovid −mejor, antimedidas− que hemos visto recientemente
muestran extensas capas de población inmersas aún en viejos delirios
milenaristas, con extremistas de derecha libertarios convencidos de que los
gobernantes son un hatajo de pederastas en perpetua orgia y que usan los
órganos de los abusados para trasplantes, mezclándose con terraplanistas que se
tapan la cabeza con papel de aluminio para que no les lean el pensamiento, junto
con otros conspiranoicos que denuncian que supermillonarios malvados
quieren controlar el mundo y espiar a los 7.700 millones de habitantes del
planeta con el 5G, a los que se suman grupos antivacunas negacionistas posthippies
−muchos de extrema izquierda−, repletos de obcecado pseudonaturalismo, que creen
que mediante las inyecciones buscan exterminarnos o instalarnos un chip… En fin, como se ve, el mayor mosaico de
incultura y necedad que se pueda imaginar. Por otro lado, un terrible peligro
para la sociedad en un momento tan crítico como el que vivimos.
Ojalá que
pasemos unas Fiestas con mucho control y responsabilidad por el bien general. Y
que los Reyes nos traigan muchísima más ciencia y, por supuesto, vacunas para
todos.