31/3/21

PORTAS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 31/03/2021. Contraportada.

 Hay en los centenarios y demás efemérides de ringorrango algo oportunista, un manto de impostación, cuando no de clara falsedad. Detrás de los fastos celebrantes del pasado emergen voluntades que, so capa de tal o cual conmemoración, esconden un hábil ejercicio de utilización de la historia para la promoción de políticas, creencias, o para la exaltación de cierta personalidad. Esta vetusta costumbre ha sido practicada por élites, estados e imperios desde la noche de los tiempos, que ese ha sido siempre el gran servicio del pasado: su maleabilidad constante para asentar continuidades y promesas interesadas, tan sólidas como la propia vejez histórica.

No es lo mismo, sin embargo, celebrar una gesta o un personaje que un bien patrimonial. Felipe González conmemoró a bombo y platillo a Carlos III y su reformismo ilustrado como legitimación del cambio que alcanzaría el país con la convergencia europea. Aznar, en su propio beneficio, lo hizo con Felipe II, el rey-funcionario que tan bien se ajustaba a la grisura distante del presidente. También creó la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales consiguiendo relacionar su política con ciertos tópicos conservadores de la historia de España, como Isabel la católica.

Pero el patrimonio tiene un problema: los procesos de democratización de los bienes culturales y, sobre todo, el reconocimiento del bien patrimonial —tomemos la catedral— como símbolo de identidad colectiva, hace que los significados atribuidos sean poco controlables. Las élites podrán decir lo que quieran sobre el significado de la catedral —discurso encerrado en su propio circuito, casi con valor de cultura de clase—, sin embargo, el común de la población siente la catedral, por encima de todo, como símbolo excepcional de su identidad burgalesa —y no de ser católicos—.

El conflicto de las puertas de la catedral es un ejemplo palmario de contestación popular a lo que ha sido interpretado como intento de apropiación patrimonial. Las firmas en contra, más de 63.000, poco tienen que ver con el diseño de Antonio López —habrá a quien le guste más o menos— o los exabruptos desnortados de Juan Vallejo. El fondo popular es otro, y lo describió perfectamente la pancarta colgada frente al templo que decía “Puertas nuevas no. La catedral es de todos”.

El florentinismo eclesiástico dormirá el proyecto y, desde luego, ya es tarde para votaciones, pero el daño ya está hecho.


 

17/3/21

VuELve

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 17/03/2021. Contraportada 

 El espalda plateada se yergue, infla la rotunda caja torácica y, frenético, la hace retumbar con sus puños. La selva entera se detiene. El gran simio, el póngido por antonomasia, el macho alfa, ha hablado: “Aquí no hay más tarzán que yo”. Fin de la transmisión.

La política espectáculo, el hiperliderazgo, el hambre de épica, la egolatría… son elementos que se intuyen tras la decisión de Pablo Iglesias de abandonar el Gobierno para luchar por la presidencia de Madrid. Una jugada que, dadas las querencias del Líder, imaginamos diseñada en una sala a media luz, con espadas y lanzas arrumbadas contra la pared y en la mesa un mapa miniado en el que mueve torres, ejércitos y monstruos. Sobre el papel, una jugada sorprendente en busca de esa épica alimenticia, casi adictiva, que ayuda enmascarar tanta pérdida y desnortamiento. La pretensión revulsiva no oculta la negación de sus propios cimientos institucionales como nuevo partido: primarias, transparencia, horizontalidad, asamblearismo…, últimamente meros disfraces de las decisiones de una reducidísima cúpula. Iglesias se va, pero deja todo atado y bien atado: el nombramiento de la nueva vicepresidenta, el dedazo que la designa candidata a las próximas elecciones generales y su propia entronización como candidato a la Comunidad de Madrid.

A buen seguro, la estrategia de Iglesias facilitará que Podemos supere el crítico 5% para que sus votos pesen, haciendo así buena la lógica decisión de Más Madrid de no concurrir conjuntamente con los morados a las elecciones. Hay que tener cuidado y no confundir la necesidad de confluir de las izquierdas —para poder superar a Ayuso— con recibir un abrazo de oso que debilite ambas candidaturas.

Una vez más, Madrid tornará en machadiano rompeolas. El peor populismo trumpista de un lado, con la irresponsable e incompetente Isabel Díaz Ayuso y sus proclamas asustaviejas sobre comunistas, checas y bancarrotas dejando a Vox reducido a cómoda tibieza, y un paupérrimo bagaje como presidenta; del otro, el republicano que jugaba a ser el deseado rey Dom Sebastião. Ciudadanos reducido a la inanidad, a la irrelevancia más absoluta dada a su historia de falso partido: montado sobre restos de naufragios previos, bandazos ideológicos, hiperliderazgos y fichajes estrella de nulo compromiso real… Un partido-cadáver. Gabilondo, Séneca trasmutado en Antonio Mairena, respira hondo.

¡Qué primavera nos espera!, sin vacunar y un sin dios en el campo de batalla.



3/3/21

¡SALVE!

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 03/03/2021. Contraportada.

La entrevista nos pilló con una Estrella Galicia en la mano, atentos a los detalles nunca baladíes del arranque: un salón desordenado —restos de jarana, sudor y alcohol—, con ese aire desgastado y sucio que tiene todo fin de fiesta… Y, entonces, Él. Aznar.

Apenas había empezado la interviú cuando el expresidente, con inteligente pose de llaneza, regateó a su (falsa) modestia y nos aclaró que quien estaba frente Évole era una esfinge histórica, un suceso mítico del pasado. Un César.

Con displicencia olímpica dejó clara su distancia con Rajoy y sus gobiernos y afirmó que sus manos no se iban a quemar por ninguno. A él nada le salpica: ni corrupciones ni prisiones de exministros ni las inexistentes armas de destrucción masiva iraquíes.

La mórbida obesidad del ego del expresidente provocó en casa indignación ante las flagrantes mentiras que profirió sobre los atentados del 11-M y su gestión. Miré a Juan Marsé, debatiéndose entre la mueca desvergonzada y la perplejidad, y entendí que aquello le parecía una mala broma, un plagio torpe de La muchacha de las bragas de oro, de aquel Luys Forest, trasunto del viejo Laín Entralgo manoseando y alterando su pasado para construir unas memorias convenientes con las que reinventar al inmarcesible falangista que fue y encajar en la democracia con falso pedigrí.

Paco González Ledesma y Manolo Vázquez Montalbán miraban igualmente fascinados a la pantalla. Ambos habrían lanzado al comisario Méndez y a Pepe Carvalho a recorrer los bajos fondos, los infectos garitos de El Raval y los templos gastronómicos con reservado, para desenmascarar a aquel narciso ensoberbecido, oráculo y arquetipo en el que, según su humilde receta, debía mirarse la derecha, toda la derecha, para, volviendo al redil, incardinar un nuevo ciclo de victorias. El humilde Bridger —menudo calificativo neomasón—, desplegó un discurso laudatorio y campanil, paradójicamente lleno de líneas rojas, en el que, a pesar de invocar a la Historia, dejó claro que no quería a los historiadores para que hicieran su trabajo analítico. Tampoco a los periodistas y sus temerarios contrastes de veracidad. O Él o el caos, sería una conclusión pertinente. O una enseñanza de la que espera que el joven presidente Casado —casi una broma— tome buena cuenta.

De no ser por Él, por Aznar, qué tarde, qué tres amigos me habría perdido…