22/12/21

ABANDONADOS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA.
DIARIO DE BURGOS, 22/12/2021. Contraportada. 

La errática aventura política de Ciudadanos se extingue definitivamente. El increíble partido menguante no ha perdido oportunidad de perder una oportunidad. Desperdició la esperanza que representó en Cataluña frente al independentismo disolviéndose en una improductiva nada; desnortó su sensatez primera abrazando un españolismo banderillero y gritón; dilapidó un cierto capital reformista, moderado, reivindicativo de una ética casi puritana, para convertirse en inexplicable apuntalador de gobiernos tuertos y cojitrancos. En su metamorfosis, ha llegado a disputar un espacio próximo a la extrema derecha. Para el recuerdo quedan primarias trucadas, fichajes a lo Florentino y el endiosamiento de un líder que nadie extraña. Un balance triste (y merecido).

Antes de ayer, los restos regionales naranjas sufrieron un duro apuñalamiento que nadie podía tachar de inesperado, si acaso de completa inelegancia. Un tuit a lo MAGA daba por terminado el gobierno de coalición con unas razones que casi parecían una pantomima de las que usó Silvia Clemente para abandonar el barco de Mañueco. El presidente JCyL ha decidido fiar su futuro al de Pablito Casado cambiando la I de Paco por la E de T-García, o lo que es lo mismo, hacer su propio Murcia. La fiable y severa Castilla y León en la que, no olvidemos, ganó las últimas elecciones el PSOE, convertida en un Ohio del jueguito que la derecha se trae con las dinámicas trumpistas/orbanianas, que es el mismo perro internacional. Toda vez que C’s era ya una célula durmiente del PP, el tándem Casado/Mañueco impulsará el experimento todavía no ensayado: invocar a los orishas Le Pen, Orban, Kaczyński, Salvini y alentar así el voto para el hijo pródigo extremista (los Varones Ofendidos y Xenófobos), necesario contrafuerte en época de banderías y gobiernos arcoíris.

¿El resultado? Una terrible muestra de irresponsabilidad para con la población castellanoleonesa. Adiós a aquella cordura y protección que invocaban los de la Perla Negra y las Eólicas. Adiós a la adormecida confianza en el sistema regional. Estamos ante “lo que faltaba”, una grotesca evidencia del desprecio a la ciudadanía, abandonada a sus reverdecidas angustias y terrores pandémicos. Como en la máxima sobre la tentación de Oscar Wilde, pretenden vencer al ayusismo cayendo en él, con sus mismas armas.

¿Cuánto de estas cuentas desharán Soria ¡Ya!, León ruge, Burgos Enraíza, etc.? De momento, domina la sensación de abandono, y de hastío. Ni test de antígenos han dejado…




8/12/21

LA PESTE

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 08/12/2021. Contraportada. 

Quienes solo conocen de la historia las lecciones escolares, no saben historia, en todo caso, algo de ideología. Desde las primeras leyes educativas del XIX, la historia escolar fue un programa de mínimos con el que construir ciudadanos, al menos eso se decía. En realidad, se trataba de que los niños salieran con la idea clara de que su país había existido siempre o era el sueño más hermoso, o las dos cosas. Se trataba de la nación, de la identidad.

La identidad es el gran constructo de la Modernidad y la principal bandera de la Postmodernidad. Los estados-nación, bajo los que seguimos viviendo, requerían que el pueblo —sujeto colectivo detentador de la soberanía nacional— se autorreconociera política e históricamente. Y así comenzó el proceloso asunto de la nacionalización de las masas, o lo que es lo mismo, la creación de identidad, para lo que la escuela jugaba un papel fundamental. Se quería/se quiere una comunidad eterna o cuando menos milenaria.

Con la creación de estas identidades nacionales se dejó de morir por el rey o la religión para empezar a hacerlo, a mansalva, por la patria. Desde entonces, las luchas más exaltadas por la identidad colectiva han servido para ocultar tensiones sociales, frustración y explotación. La simplificación identitaria —nos maltratan, nos roban, nos irrespetan…— ha servido para explicar cualquier conflicto. La identidad, su reivindicación, se convirtió en una baratísima fórmula-sucedáneo de la felicidad basada en el ejercicio del odio y la creación de barreras.

La mejor identidad es la que resulta inconsciente, de innecesaria reivindicación. Cuando más auténticamente se es se debe al ejercicio natural de la existencia y la práctica de la costumbre. La obsesión por ser habla de los desajustes vitales, de crisis del modelo, de una imposible fijación y definición. El noventayochista debate del ser de España jamás tendrá sentido o finalización.

El penoso espectáculo en Polonia, con esas ultraderechas tan obsesionadas con sus identidades que nadie puede vivir a su lado, muestra la fragilidad de nuestro mundo, el fracaso de la idea de humanidad. Y afecta a todas las parroquias ideológicas, es un signo de los tiempos: todo el mundo anda pendiente de etiquetas y autorreconocimientos hasta extremos ridículos. Y hay quien confunde esto con libertad o derechos. La obsesión por ser siempre implica el sometimiento de otros a pretensiones ajenas. Digámoslo claro, la identidad es una peste.

                                                              James Ensor,1890. La intriga.