DIARIO DE BURGOS, 16/02/2022. Contraportada.
Hace 85 años, el
18 de febrero de 1937, el General de División Domingo Batet Mestres, Jefe de la
VI División Orgánica en Burgos, fue fusilado por haberse negado a apoyar la
sublevación militar, o lo que es lo mismo, por mantenerse leal a su juramento
constitucional.
Batet
representa como pocos las virtudes del militar que toda democracia quisiera
para sí: un hombre recto, respetuoso de la autoridad civil, honrado a carta
cabal, preocupado por sus hombres ─acomodo, instrucción, servicios, formación─,
leal, inteligente y mesurado en sus actos. Abominaba de los ascensos por
méritos de guerra ─coladero por el que inundaban el escalafón bravucones de
escasa preparación─, y, en general, del aventurerismo más corrupto y cínico que
representaban los llamados africanistas. Esto, inevitablemente, le generó
enemigos irredentos entre aquellos que entendían la milicia como un ejercicio
de dandismo, vocinglería y dipsomanía.
Contra su
voluntad, hubo de ejercer de juez instructor del Expediente Picasso, sobre el
desastre de Annual. Franco, en aquel momento comandante del Tercio, quedó
retratado en su informe de los oficiales como un flagrante incumplidor de sus
deberes militares.
En octubre de
1934, al frente de la IV División Orgánica de Cataluña, Batet, catalán por los
cuatro costados, reprimió sin dudarlo la rebelión protagonizada por Lluis
Companys al declarar el Estat Catalá. El General redujo a los mossos de
escuadra y llegó a cañonear el palacio de la Generalitat evitando en todo
momento un derramamiento de sangre indiscriminado como el que se llevó a cabo
en Asturias. El gobierno de Lerroux le concedió la Laureada de San Fernando.
A principios
de 1935, fue nombrado Jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República, puesto
que dejó para hacerse cargo de la VI División Orgánica de Burgos en junio de
1936. Mola, que debía a Batet haberle defendido en momentos difíciles de su
carrera, le negó estar implicado en la sublevación que dirigía. Encarcelado por
sus subordinados, el general Batet fue condenado a muerte tras un vergonzoso
consejo de guerra. Franco, como es sabido, no mostró clemencia alguna.