24/12/20

MÁS CIENCIA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 23/12/2020. Contraportada

Cuando, curiosos, nos acercamos a la Historia para saber de las grandes figuras de la Ciencia, topamos con las tremendas persecuciones y penalidades que sufrieron al defender sus descubrimientos. Al final, las novedades de aquellos filósofos, físicos, médicos, matemáticos, biólogos y demás librepensadores acabaron por aceptarse, pero, hasta tanto, los fanáticos religiosos, los ultraconservadores políticos, los negacionistas del progreso… propiciaron que la vida continuara siendo más oscura, más dura, con mayor sufrimiento, más corta.

Hoy más que nunca somos conscientes de la importancia de la Ciencia. El mundo entero se agarra a los resultados presentados por las nuevas vacunas, pues de ellas, junto con el control de nuestros comportamientos, depende el que podamos recuperar la normalidad perdida. Solo la Ciencia puede acudir a nuestro rescate. Y va siendo hora ya de que nos tomemos en serio esto aquí. El viejo sueño de los regeneracionistas y, antes que ellos, de los pedagogos de la Institución Libre de Enseñanza, de sentar las bases del desarrollo nacional a través de la promoción del conocimiento libre y experimental, del fomento de la ciencia y la técnica, con buenas bases educativas y un sólido tejido investigador, sigue esperando su turno en España.

Las heterogéneas manifestaciones anticovid −mejor, antimedidas− que hemos visto recientemente muestran extensas capas de población inmersas aún en viejos delirios milenaristas, con extremistas de derecha libertarios convencidos de que los gobernantes son un hatajo de pederastas en perpetua orgia y que usan los órganos de los abusados para trasplantes, mezclándose con terraplanistas que se tapan la cabeza con papel de aluminio para que no les lean el pensamiento, junto con otros conspiranoicos que denuncian que supermillonarios malvados quieren controlar el mundo y espiar a los 7.700 millones de habitantes del planeta con el 5G, a los que se suman grupos antivacunas negacionistas posthippies −muchos de extrema izquierda−, repletos de obcecado pseudonaturalismo, que creen que mediante las inyecciones buscan exterminarnos o instalarnos un chip…  En fin, como se ve, el mayor mosaico de incultura y necedad que se pueda imaginar. Por otro lado, un terrible peligro para la sociedad en un momento tan crítico como el que vivimos.

Ojalá que pasemos unas Fiestas con mucho control y responsabilidad por el bien general. Y que los Reyes nos traigan muchísima más ciencia y, por supuesto, vacunas para todos.



9/12/20

EL CHAT

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 09/12/2020. Contraportada.

   El desvelamiento del chat de los exmilitares y las cartas enviadas al rey confirman mejor que cualquier encuesta del CIS la deficiente cultura democrática de España. Ítem más, los graves peligros que la acechan. Las brutales expresiones sobre fusilamientos de más de la mitad de la población, la fraseología casposa para referirse al Gobierno, las llamadas a la sublevación, la admiración por el golpe de Estado del 36 o por el dictador, muestran la terrible realidad de nuestros cuarteles: una arraigada cultura antidemocrática y franquista que, inevitablemente, conduce a una profunda deslealtad institucional. Y así lo afirma el Teniente Coronel retirado, José Ignacio Domínguez. Que cuarenta años después, la dictadura tenga tales créditos demuestra las graves carencias de nuestro sistema.

España es un país profundamente ignorante de su Historia. Los instalados cómodamente en el franquismo despreciaron y reprimieron cruelmente a quienes no compartía su estrecha visión de la sociedad, más de la mitad de la población. Muerto el general, la nuestra ha sido una historia acelerada de autodidactismo sobre las libertades y los valores democráticos, porque entre unas y otras burocracias —las de uniforme, toga y tonsura—, y con el concurso de los partidos de los nostálgicos de la dictadura, pusieron todos los obstáculos posibles para que no calaran tales valores ni la educación para la ciudadanía o no se adaptaran convenientemente los curricula de las academias militares.

El lamentable chat demuestra, frente a quienes se empeñan en lo contrario, la importancia y valor de Políticas de Memoria que defiendan los Derechos Humanos y los valores democráticos; su indiscutible necesidad.

Con su participación en misiones de paz por todo el mundo, los militares españoles recuperaron estima y admiración. Los penosos sucesos del Yak-42 mostraron, sin embargo, cómo los compromisos de los mandos no eran los que pensábamos, menos aún los del inefable ministro Trillo. Y aquel castillo de naipes se derrumbó. Hoy continúa ese triste destape. Las fuerzas armadas no pueden plantearse la vigilancia social, el definir objetivos a reprimir. Si el espíritu que domina es ese, tenemos un grave problema como país. Con su lamentable actuación, los militares retirados han contribuido a la erosión de la institución militar y de la corona. No entienden que viven dentro de una sociedad moderna, plural y heterogénea, que ahora los percibe, de nuevo, como el potencial represor de sus libertades.




26/11/20

NO, NO ES VERDAD

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 25/11/2020. Contraportada

La reciente aprobación de la Ley de Educación, LOMLOE, conocida como Ley Celaá, supone una normalización del sector educativo y un ejercicio de cohesión social necesario. Estamos ante una ley positiva, en línea con la legislación de los países más avanzados de la OCDE y es de esperar que surta los cambios precisos en el sistema, en la formación del profesorado y en el modelo docente para alcanzar mejores resultados educativos, que falta hacen.

El primer beneficio de la nueva norma está en acabar con la LOMCE o Ley Wert, impuesta por el Partido Popular en 2013, cuyos resultados más evidentes se vieron en el informe PISA del año pasado: España bajó cinco puntos en matemáticas y diez en ciencias, situándonos a la cola de los países de la OCDE (puesto 28 de 37). El otro elemento clave es su apuesta decidida por una educación pública capaz, sólidamente financiada; un elemento clave para contar con un país preparado ante cualquier crisis, con verdadera igualdad de oportunidades para todos.

Resulta penoso ver cómo la enseñanza concertada ha cedido su medios, redes y púlpitos a la campaña antigubernamental orquestada por la oposición, con el decidido apoyo de la Iglesia. Buscando desgastar al Gobierno, sembrar desafección y miedo, se está manipulando a los padres con cartas y soflamas sobre el cierre de los centros concertados. Uno esperaría de maestros y profesores, y aún de padres del Ampa, un interés acorde a su profesión y cualificación, vaya, que en vez de regirse por el whatsapp de un fulano acudieran al texto legal para comprobar si es verdad que está en riesgo su centro concertado. Y ya se lo anuncio: no. Las fake news llegan porque la LOMLOE debilita el peso de la religión que, sin embargo, sigue presente en la oferta educativa; porque prioriza la no segregación por sexos, amén de la educación en valores de igualdad, respeto y multiculturalidad. Tampoco es verdad que el castellano desaparezca. Ni que la Ley fomente la vagancia al abordar el problema de los repetidores (nuestro país tiene un disparado 28,7%, frente al 11,4% de media de la OCDE). Ni van a cerrar los centros de Educación especial.

Los intereses son, evidentemente, otros. Se juegan más arriba. Y no tienen nada que ver con la Libertad y, dudo mucho, con la Educación.




11/11/20

TRUMPUNK

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 11/11/2020. Contraportada.

 Tras la intención de Joe Biden de coser Estados Unidos, topamos con una preocupante realidad sociológica de guapos y forrados neoliberales, amables racistas, negacionistas de la ciencia, supremacistas bíblicos, anticomunistas siliconados, evangélicos clenbuterados, conspiranoicos armados, en fin, un popurrí fundamentalista que, sin embargo, se dice animado por el principio de libertad absoluta ―los libertarians anti-Estado, anti impuestos, servicios públicos o restricciones de cualquier tipo―. Como diría Maruhenda, buenos americanos, gente devota en su mayoría, que vive en un idealizado Smallville, que tiene más de siglo XX que de XXI. He ahí el trumpismo.

Esa olla a presión de frustraciones vitales, incomprensión de la modernidad, terror a la multiculturalidad, anhelos de sistemas económicos periclitados y fundamentalismo cristiano es el mayor riesgo que Estados Unidos tiene para su propia pervivencia como nación. Su mayor enemigo es él mismo. Con Trump, sus votantes buscan que el mundo gire hacia atrás ―sí, como hizo Superman―. Aunque algunos creen hace tiempo estar ya girando así, a la contra…

Donald Trump tiene mucho que ver con la negación del mundo contemporáneo y, a la vez, su relativa afirmación, una especie de contradictio in terminis. Trump es un fenómeno steampunk, un personaje retrofuturista anclado en fabulosos inventos a vapor, rodeado de auxiliares con minifaldas de vértigo y gafas de aviador, atildados engominados de arrebolado espíritu neocon y furibundos telepredicadores comprensivos con las debilidades de la carne… Un mundo de ensoñación pseudocientífica a cuyo frente se sitúa un iletrado, un negacionista, un inmenso irresponsable que ha dado alas a movimientos por todo el mundo que incurren en esa apuesta por un pasado fake y paranoico, racista, clasista, hipernacionalista. Ojo, que por aquí, de esos, los hay a puñados.

La ciencia es nuestro mejor aliado, como se ve a las claras en estos momentos de pandemia, de busca denodada de vacunas y tratamientos. Una ciencia a la que se ha hecho muchos ascos en España dejando escuálido nuestro sistema de I+D+i, y que ha de remediarse. Lamentablemente, las cegueras ideologizadas sobre lo real y contrastado se extienden a muchos ámbitos, y para muestra ahí está la llamada Ley Trans que promueve nuestra ministra de Igualdad, en la que la biología ha sido borrada de un plumazo. En fin.




28/10/20

ESTADO DE GUERRA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 28/10/2020. Contraportada.

 Me llena de estupor el nivel de inconsciencia colectivo que nos rodea, las pataletas absurdas de quienes se niegan a aceptar recortes a sus apetencias y caprichos, la ignorancia voluntaria de los que prefieren echarse al monte como primates vocingleros. ¿Qué no entendemos de “estado de excepción”, de estar en “riesgo extremo”?

Para boicotear al gobierno, algunos son capaces de esgrimir el lenguaje más belicoso posible, incluso con fraseologías predemocráticas. En fin, allá cada cual con sus principios y valores, con sus arrojos vacíos que solo buscan el petardazo de los fuegos de artificio. Su ardor militarista y guerrero es de salón, exhibicionista, lleno de ínfulas momentáneas, pero ajeno a los auténticos valores castrenses: disciplina, sacrificio y entrega. El problema es que a quien boicotean es a la sociedad española.

Lo que estamos viviendo tiene más que ver con un tiempo de guerra que con nuevas normalidades. Abandonemos ya la absurda idea de poder seguir como si nada. Es una situación excepcional. Han muerto más 35.300 personas en España, y va en aumento. Superamos los 1,1 millones de infectados. ¿No son cifras para adoptar una mentalidad de lucha y resistencia, de sacrificio? No me imagino a los ingleses, sometidos al embargo y bombardeo nazi, quejarse a Churchill a ver si abren una hora más los pubs, o que permita ir a los parques de picnic. Estaban en guerra, jugándose la vida, la existencia como sociedad.

Esta es la guerra de nuestro tiempo. Puede que nos suene fatal, pero ¿cómo denominarla si no? Luchamos contra un virus asesino, un virus que se contagia de persona a persona: una irresponsabilidad individual puede ser la condena de otros.

Así lo pidió Winston Churchill, el 13 de mayo de 1940, a través de la BBC: “No puedo ofrecer otra cosa más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros una prueba de la especie más dolorosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento. Se me pregunta: ¿cuál es nuestra política? Respondo que es librar la guerra por tierra, mar y aire. (…) Se me pregunta: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo contestar con una palabra. Es la victoria. La victoria a toda costa, la victoria a pesar de todos los terrores, la victoria, por largo y duro que pueda ser el camino, porque sin victoria no hay supervivencia”. Esto es lo que toca.




14/10/20

DE LO NACIONAL

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 14/10/2020. Contraportada.

 El nacionalismo, un invento moderno que en el siglo XIX se presentó como constructor emocional de la idea de patria, decía superar las divisiones territoriales —los viejos reinos— y de clase con su inclusismo naíf, dado que la nación se reconocía en el pueblo y este era el detentador de la soberanía. Una forma de decir que ahí cabían todos.

La falacia se evidenció pronto: ni el pueblo era el que definía nada —¿qué/quién es el pueblo?, de la resolución de esto se encargó la paternal y rica burguesía— ni los proyectos nacionales eran tan inclusivos. En España, por poner un caso, poco coincidían las ensoñaciones revolucionarias y constitucionalistas sobre el pueblo de los liberales con las del tradicionalismo carlista. Y aún menos cuando hubo auténticas reclamaciones de la voluntad popular a través de su transmutación en campesinado o en proletariado, éstos sí indiscutiblemente pueblo. Los ricos siempre han querido al vulgo dócil; para antigubernamentales, desreguladores, neoliberales, etc., se bastan ellos.

Desde entonces, el nacionalismo ha sido un alpiste para consumo de tontos. En general, ha servido no tanto para definir al extranjero —el supuesto otro—, como al ajeno interior, a los extrañables de la comunidad nacional. En los periodos de guerra, por ejemplo, es más importante definir quién es el buen o malo nacional; o mejor, quién pertenece o no a la nación —ya saben, rojos, judíos, etc.—. La revelación final del nacionalismo es su exclusivismo, su selectividad, su capacidad para expulsar a los disconformes —nacionales— y secuestrar con ello la idea de la nación.

En este debate parece que seguimos. Los patronos de la desregulación económica, de la desprotección social y privatización de lo público han declarado propio al monarca constitucional, a la bandera, al himno y a los triunfos deportivos. Son los libertarios insolidarios, los grandes anarquistas, tal y como los señaló Chesterton, que no liberales por más que quiera Cayetana. Su definición de lo patriótico es, amén de estrecha, de un esencialismo abochornante, tan etéreo que nos vuelve a dar de comer aire. Dada la ausencia de espacio y hospitalidad, la única posibilidad es abandonar una simbología tan restrictiva para adoptar pertenencias inclusivas que pongan los acentos en derechos sociales que, amén de orgullo, confieran calidad a las vidas de los nacionales. O podemos seguir en el siglo XIX.




30/9/20

¿PARA QUÉ ESTÁIS...?

 IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 30/09/2020. Contraportada.

 La desafección crece y crece en medio de un contexto desolador. La indignación se desborda, duele…, y va camino de transformarse en ira. Uno no da crédito a lo ve y oye: la gente enferma y muere, se empobrece, sufre en medio de incomprensibles situaciones de inseguridad y riesgo; pero sus gobernantes, hablo de los responsables de la Comunidad de Madrid, no están para estas cuitas. Atónitos asistimos a intervenciones y ruedas de prensa en las que niegan la mayor, tergiversan y ocultan datos, engañan, o prorrumpen en exaltadas quejas por un trato injusto desde el Gobierno de España. Es un espectáculo indecente, descarnado, de un desprecio por la ciudadanía rayano en locura sectaria: pero ¿para qué estáis?, ¿a quién os debéis?, ¿cuál es el deber de un gobernante en democracia? ¿Os dais cuenta de que la política es servicio?

Vuelvo al punto central: enferman y mueren ante sus ojos, y lo que les importa es el desgaste del contrario, la guerra de cifras, el y tú más. Dicen que tenemos los políticos que nos merecemos. No es verdad, no nos es dado elegirlos, solo votarlos. Cuando los partidos enloquecen, cuando se entregan a ideologías deshumanizadoras, a componendas con sectores económicos poderosos, muestran un carácter servil y secundario. La caricatura en la que se han convertido está en sus listas.

La deslealtad es una daga con retorno: se acaba pagando. Que, en medio de una pandemia mundial, de una crisis terrible, la consigna no sea el velar por todos, el arrimar el hombro para proteger a los más inermes, dice muy poco de todos nosotros como sociedad. La tentación de cobrar el peaje a quien en lo peor de la enfermedad se dedicó a torpedear al Gobierno, a desacreditar los inmensos esfuerzos que tuvimos que hacer ante una situación inédita e inesperada, seguro que es grande, pero no podemos permitírnoslo. Cuando se tiene la responsabilidad del cuidado de los ciudadanos, de la salud y bienestar colectivos, las decisiones no se toman para ganar puntos en encuestas de opinión, se actúa desde la ética del servicio y de la protección. Aunque cueste y duela. Se actúa para hacerse digno del puesto y de sus obligaciones. O si Ud. lo prefiere, de España y de los españoles.



16/9/20

LOS ENTERADOS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 16/09/2020. Contraportada.

 Vivimos en lunes permanente, en ese día después en el que la legión de entrenadores que conforman la población enjuicia a jugadores y árbitros, sus decisiones y estrategias, los resultados… No hay improvisación alguna. La tensión acumulada el domingo entre mollas chandalizadas, con la cerveza en extinción y el bramido carruselero a todo tren, estalla el lunes —con el concurso de eso que llaman prensa deportiva— en tremebundos oráculos que inundan todo corrillo o salón.

Más allá de los entrenators, España es ahora mismo un país de epidemiólogos y expertos en salud pública. Ojalá fuera porque telediarios y portadas están, lógicamente, llenos de datos sobre la pandemia. El asunto parece depender más de la prensa deportiva: los chats, grupos de guasap y toda la panoplia de redes sociales, que ofrecen información alternativa, reveladora, cuando no desconocida. Una parte de estos informados resultan conspiranoicos terraplanistas antivacunas, necios que niegan la enfermedad o el uso de la mascarilla. Otros devienen en gurús protomédicos, enmendadores profesionales. Ud. los conoce bien: andan entre comités, juntas, consejos, secciones, asociaciones, delegaciones..., que aunque no tengan competencia alguna sobre el tema ni formación específica, se dedican a informar a los trabajadores, conocidos, asociados, etc., mediante cadenas de mensajes no solicitadas como si solo ellos manejara datos veraces. Este ejercicio de cuñadismo nacional, el de los enterados profesionales, se muestra especialmente activo en llevar la contraria a las decisiones de los responsables institucionales, a los gestores de sus empresas, a las propias autoridades sanitarias. Su entregada y desleal tarea distorsiona con ruido innecesario los entornos productivos y educativos, provoca miedos no justificados, genera desconfianza sobre las medidas que tanto trabajo han llevado para la definición de espacios y tareas seguros, amén de otros daños reputacionales….

Este país nuestro es el reino de los enterados. Unos, por maldad e irresponsabilidad política, juegan la baza destroyer del “cuanto peor, mejor”. Otros, buscan el cuarto de hora de gloria que supone incomodar a un jefe, llevar la contraria a un coordinador envidiado, o disfrazar el escaqueo de tareas de preocupación sublime por la salud colectiva.

A todos nos iría mejor si asumiéramos nuestro riguroso cumplimiento individual del uso de la mascarilla, del respeto de la distancia de seguridad, de la restricción de nuestros movimientos y del lavado habitual de manos. Todo lo demás, es cuñadismo, el gran deporte nacional.



10/9/20

VERANO 2020

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS. 04/08/2020. Contraportada.

 Miro con pena a mis hijos entregados a la tecnología que ocupa su merecido descanso veraniego. Horas y horas con el móvil o la tablet jugando, o peor, viendo vídeos estúpidos repletos de absurdeces. Para más inri, con las restricciones del virus, las alternativas se hacen difíciles y quedan doblemente aislados, paradójicamente desconectados de la realidad, de su entorno, ignorantes de lo de aquí.

De niño, el verano empezaba con el desempolve de la bicicleta, la búsqueda de buenas gomas para un tirachinas decente, el robo de tarros en la cocina para, agujereadas las tapas, guardar en ellos bichos ponzoñosos y la preparación de cabañas o refugios secretos. En los bolsillos se agolpaban los huesos de albaricoque vueltos chiflos potentes, una navaja sin punta, un cordel, algunas canicas, puede que hasta una foto del Lib doblada en veinte pliegues. Íbamos al kiosco y comprábamos una bolsita de pipas Facundo, blanca, con el toro en perpetuo lamento…, o un Kojac, o el sempiterno palo de regaliz. Bajábamos al río a controlar los ladrillos que encamaban a los cangrejos, y hacíamos saltar piedras hasta la otra orilla. Por las mañanas, antes de que el calor amolara, una visita a la Casa de la Cultura nos embarcaba junto a Tintín y el capitán Haddock, el corsario negro, el León de Damasco, los Cinco, los Siete, los Tres investigadores, Lucky Luke, Corto Maltés… en aventuras sin fin que trasladábamos a nuestros juegos y galopadas. Yo me perdía solo con mi caballo de dos ruedas y nadie se preocupaba de dónde estaba ni de qué hacía, así que investigaba caminos y desmontes, me llegaba a la vía del tren a poner algún clavo grande que acabara como un cuchillo o iba a ver el juego de la tuta, convertido en espectador silencioso de aquellos hombrones con el pelo apelmazado hacia atrás, unas manos en las que se perdían los pesados discos y que trasegaban porrón como si fuera el caño de la fuente. Las tardes de ventolera o tormenta seguía leyendo misterios o aventuras piratas.

Mi padre me miraba de pascuas a ramos y decía: “los niños de ahora no sabéis jugar, cuando yo era pequeño sí que nos divertíamos luchando contra los de San Gil o poniendo latas de meados en las puertas…”.

Sic transit Gloria mundi.



22/7/20

HOMENAJE DE PAÍS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 22/07/2020. Contraportada.

El reciente acto de homenaje a las víctimas de la covid-19 el pasado jueves en Palacio Real, certificó algo que no por obvio resulta menos importante: que vivimos en el siglo XXI y en un gran país. El absurdo y el ridículo vino de la mano de la extrema derecha, que antepuso su viejuna agenda de tinieblas e intolerancia al homenaje a las víctimas, a los sanitarios y otras profesiones.
El ritual civil, organizado en sucesivos círculos concéntricos, evitaba con acierto distingos protocolarios. Se trataba de enaltecer a los miles de fallecidos como personas integrantes de nuestra comunidad nacional, independientemente de quienes fueran o a qué clase pertenecieran. A diferencia de otras pandemias del pasado en las que la posesión de medios y recursos marcaba una inmensa diferencia, en el caso de la covid-19, ningún privilegio, alta posición o sangre azul ha evitado el contagio, como pueden atestiguar ricos, estrellas y primeros ministros del mundo.
El círculo, además, proporcionaba igual trato a las figuras políticas —que tienden a acaparar estos actos—, a las distintas confesiones religiosas, y a los centenares de desconocidos representantes de nuestra sociedad cuyo trabajo y esfuerzo durante la pandemia ha representado la inmensa muestra de solidaridad y apoyo dada entre los españoles para salir adelante.
Fue un acto hermoso, con pocas pero necesarias voces, de respeto a las víctimas y de homenaje a los profesionales en primera línea de lucha contra el virus. Un acto de país, sin personalismos, sin ventajismos ni cálculos secundarios. Un acto ejemplar.
El histrionismo de Vox nos vuelve a la España de charanga y pandereta: son un lastre social que lucha por impedir el reconocimiento de la modernidad en la que vivimos. La guinda la puso Espinosa de los Monteros al dar pábulo a las comparaciones del acto con rituales masónicos, una evocación que haría las delicias de sus votantes más provectos al recuperar viejos cocos y contubernios.
Me siento orgulloso de la imagen dada el pasado día 16: la de un país unido en el dolor y en el esfuerzo por superar la crisis. Un acto de dimensión europea y de gran altura humana. Una muestra de cómo podemos entender España sin la necesidad de poner a nadie por delante ni arriba ni abajo. Y con el reconocimiento debido a nuestros servidores, cuidadores y trabajadores.



17/7/20

BUSCANDO RESTOS DEL FRANQUISMO


Estamos recopilando elementos que atenten contra la Ley de Memoria Histórica en Burgos (ciudad y provincia). Si conoces alguno, por favor, háznoslo saber con indicación del lugar, mínima descripción y, si es posible, fotografía. 

¡Gracias!

Puedes escribirnos a evidenciafranquismo@gmail.com



8/7/20

DE LA OPINIÓN...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 08/07/2020. Contraportada.

En este país la preocupación por los derechos y libertades va por barrios o por colores, y las indignaciones más acaloradas casi siempre son en una sola dirección. A vueltas con la libertad de prensa, se están oyendo auténticas barbaridades como si se hubiera cometido un crimen por opinar sobre un opinador, que es lo que en el fondo ha pasado con la ridícula polémica entre Pablo Echenique y Vicente Vallés.
En España, la diferencia entre informar y opinar no está bien delimitada. Hubo un tiempo en que los grandes medios evitaban la confusión de géneros con distinción de firmas y secciones. Ya no. También se evitaba que los presentadores de las noticias publicitaran productos de consumo porque se entendía que podía haber un elemento engañoso en el uso de la imagen y voz de aquellos a los que confiábamos nuestra información. Hoy, quien da las noticias, vende seguros o alarmas como si nada, y opina dentro de su propio programa sin distinción real entre secciones. Y toda opinión es objeto de opinión, por lo tanto, de crítica. Porque ese es otro derecho fundamental.
Vemos noticiarios llenos de sesgo, titulares torvos, retorcimientos de los datos y hasta mentiras crasas y terribles como la atribución de los atentados de Atocha a la banda terrorista ETA, y aquí no ha pasado nada. A los responsables de medios, como bien cuenta David Jiménez en su libro El director, llama todo VIP que se precie a exigir, protestar u orientar… Pero un día, un portavoz parlamentario que no pertenece a los grupos de presión habituales, ni a consejos de administración, ni a grupos acaparadores de participaciones accionariales, se le ocurre criticar al informador que extiende sus comentarios/valoraciones personales a la información, y se arma el pitote. No hubo tal revuelo cuando Vox prohibía la entrada a sus mítines a ciertos periodistas, o cuando en cadenas televisivas privadas y aún eclesiales se ponía como chupa de dómine a todo sospechoso de ser de la cáscara amarga. Ni cuando el PP crucificó a probos periodistas como Xabier Fortes (TVE) o Javier Ruiz (Cuatro).
Más allá de la escasa fortuna twittera de Echenique, ¿acaso no es verdad (probado judicialmente) que existen cloacas en el Estado (en todos los Estados)? Defendamos, siempre, la libertad de prensa…, pero que no nos den gato por liebre.



24/6/20

LO QUE EL VIENTO...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 24/06/2020. Contraportada.

A mucha gente le cuesta comprender que la historia no es pasado amortizado, superado, intocable. Porque la historia cambia constantemente… a partir de su mejor conocimiento, de su investigación. La historia no es un trágala con el que debamos acomodarnos. Hechos y vidas de otras épocas respondieron a sus contextos, sí, pero su conocimiento e interpretación no supone que debamos aceptarlos sin más.
Las revueltas antirracistas de EE.UU. muestran cómo los mitos hollywoodienses de libertad, justicia y éxito son un opiáceo con el que disfrazar el profundo racismo y desigualdad en que se asienta la sociedad norteamericana. No son sucesos que podamos mirar ajenamente porque también tenemos graves problemas de racismo y explotación; pero, además, la cuestión nos afecta porque las bases históricas que originaron la esclavitud americana forman, ineludiblemente, parte de nuestro propio pasado.
La reacción iconoclasta contra las estatuas de personajes históricos implicados en el negocio de la esclavitud y la segregación racial nace de la necesidad de borrar el discurso blando que, so capa de que responden a otra época, otorga lugares de honor en el callejero, en el centro de plazas y jardines, en pórticos de museos a quienes hicieron de la explotación humana su modus vivendi o la propiciaron. ¿Debemos honrar públicamente hoy —eso es una estatua o una denominación callejera— a quienes contribuyeron a terribles genocidios y crímenes sin fin contra los Derechos Humanos? ¿Qué tipo de mensaje envían tales distinciones a cada nueva generación que vive en esos espacios en los que se sigue practicando el racismo y la discriminación? La indignación que a algunos les entra con tales renovaciones discursivas —y pérdida de estatuas— suele ser directamente proporcional a su ignorancia de la historia, de la que apenas conocen poco más que las manipuladas y edulcoradas versiones escolares, para ellos, inmutables.
De la historia hecha por historiadores rigurosos, nada se borra. Quien quiera saber de Theodor Roosevelt o del Marqués de Comillas, solo tiene que abrir un buen libro. Pero exaltar en el tapiz urbano hechos y personajes ominosos del pasado, es una vergüenza ética. Saber de historia supone aprender también de su fealdad y tener un discurso crítico sobre el pasado. Mirar la estatua de un prócer altivo e intimidante, esclavista…, sin otro contexto, no aporta conocimiento, al menos que interese.



10/6/20

LAGARTO, LAGARTO...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 10/06/2020. Contraportada.

Le han visto. Dicen que su fornida naturaleza le ha delatado, inconfundible. Ha tratado de pasar inadvertido y se ha refugiado en las zonas más salvajes, entre malezas, juncos y espinos. De momento, lleva la delantera, nadie le ha puesto el lazo y consigue campar a sus anchas por aguas poco frecuentadas.
La verdad que ha sido mala suerte que le pillaran. Lleva más tiempo suelto del que la gente sospecha. Sus correrías le han deparado ganado menor y mayor sin demasiado esfuerzo, y cada pieza cobrada reforzaba su confianza, su sentido de impunidad. Pronto aprendió que nadie es más grande que él. Y lo que eso supone: lo quiere todo. En realidad, nadie le esperaba. Ni siquiera él es consciente de que no pertenece a este ecosistema, sin embargo, aquí ha conseguido medrar a base de hacer lo que sabe por instinto: depredar.
A veces tiene la sensación de que el entorno se le queda pequeño. Está dotado para cazar búfalos, antílopes, cebras, hasta a los despreciables humanos... Ha borrado de su saúrico cerebro los tiempos de cautividad, la falta de movimientos, el haber sido juguete para la diversión de amos inflexibles. Ahora es libre. El rey del río. La voz ha corrido hasta las heladas cumbres que traen estas dulces truchas y los visones más suaves, y ha llegado a las desembocaduras plácidas y lentas acariciadoras de vinos excelsos.
Sigiloso, se desliza entre aguas con movimientos imperceptibles. Esa es su especialidad: pasar inadvertido, parecer inerte, arbóreo, inofensivo… E, inmediatamente, dar una subrepticia dentellada con la que despedazar un cuerpo, un mordisco brutal que concluye con un giro sobre sí que liquida toda estructura, toda resistencia. No falla. Son generaciones de instinto cazador, de genética carnívora, de ocupar la cúspide de la pirámide alimenticia.
Eso sí, en estas aguas ribereñas, tan agitadas con los últimos temporales, le falta una buena hembra, de las que a él le tiran, de esas rotundas, hermosas, rijosas…, que le pongan cincuenta, sesenta u ochenta huevos.
Pero le han visto. Están a su caza. Es demasiado grande y no ha ocultado bien sus rastros. Saben lo de la Meca, lo de la lagarta y lo del último ave. Se han atrevido a asignarle fiscal supremo… Veremos quién muerde el último.



27/5/20

ESPUTO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 27/05/2020. Contraportada.

El descontrol de glándulas, deyecciones y orines, la bofetada odorífera, el asalvajamiento del cabello, la suciedad apelmazada…, construyen distancias sensitivas insalvables, la perfecta deshumanización. O la máxima revuelta. Cuando eres olvido, lumpen, basura social…, el cuerpo es el último cartucho.
Al comienzo de la pandemia, aún desajustadas las costuras del confinamiento, los yonquis, los sin techo y raterillos en bohemia permanente, acababan maniatados en aceras, jardines y supermercados, rodilla en omoplato, por las aguerridas fuerzas del orden público o privado… Aquellos restos de la Cofradía de los Hermanos de la Costa, encabronados, mellados en alma y boca, antes de su último sometimiento, se giraban y escupían. Expectoraban, posesos, lo que por unos días creyeron un superpoder… Gritaban, sin el premio de una piara acogedora, la rabia del impotente, del inadaptado, del vencido social. Querían aquellas babas asoladas, vueltas un último hechizo: el contagio del bicho.
Unos días de escándalo biempensante, de leves excitaciones rederas y las noticias se fueron viejas como las de las jeringuillas, aguja en ristre, en las playas de los tiempos bíblicos del sida.
 Escupir como venganza, castigar a la inversa que Cristo. Acostumbrados a que cada chute fuera una ruleta rusa, esputaban encorajinados a quienes, acurrucados, ñoños, temían un simple estornudo. Vueltos a los tiempos de los ¡Jesús! exorcistas y del laico ¡Salud! Todo un retrato social.
Cuando el esputo es munición, se columbra la infamia. La historia del esputo es la de la persecución, la del pogromo, la del sambenito vergonzante, la manifestación del desprecio. Y, sobre todo, la proyección de los propios demonios.
Hay quienes escupen miseria porque no han conocido otra cosa: claman su abandono, ríen desvergonzadamente haber librado y ver a otro perjudicado, por más que sea un hermano.  Y hay quienes salivan su desprecio, su asco a ser confundidos con los de abajo. Hay gargajos desesperados y otros que llegan desde muy alto, cargados de ínfulas, de desprecio, de ganas de eugenesia. Escupen de facto y de pensamiento, que es igual de pecado. Esputan su colorido clasismo, su usura transgeneracional, escupen su preñez de ensaimada, de peluco fenomenal. Y se limpian, se envuelven, ya saben con qué trapo.
¡Qué feo esto de escupir!




13/5/20

DE HÉROES

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 13/05/2020. Contraportada.

A diferencia de lo que algunos creen, tantos héroes son un mal signo de los tiempos. La enfervorecida exaltación de sujetos o profesiones en situaciones de crisis suele dar medida de cuánta mala conciencia hay, y del acopio de deficiencias que arrostramos.
Valoro profundamente el trabajo de miles de sanitarios que se desloman diariamente atendiendo a los enfermos, el de tantos trabajadores que se desviven para que no nos falte de nada, pero lo que necesitamos reivindicar es una cultura del compromiso colectivo y no de la heroicidad, siempre individual. Este país parece haberse olvidado del significado y valor del servicio como bien general. De la necesidad de reivindicar con orgullo esa expresión de servidores públicos, del valor del compromiso y de principios coherentes.
La llegada del virus pareció poner en solfa el colosal engaño del neoliberalismo con sus privatizaciones y prácticas anticapitalistas —monopolios, dumping, devaluación del trabajo, menoscabo de los servicios—. Se generaron cuotas de desigualdad social que parecían superadas, se enmascaró todo con palabrería identitaria de todo pelaje. Como resultado, el empobrecimiento general y el abandono de muchos.
Yo no quiero héroes y sí muchos servidores bien dotados, bien pagados, bien tratados, satisfechos. No discuto un ápice de mérito a su entrega y vocación, pero preferiría no tener que llamarles héroes porque superen malas condiciones de trabajo, recortes indignos que los han dejado sin material suficiente, que arriesguen sus vidas más allá de lo que deben. La sociedad que hace héroes suele ser la del individualismo atroz e insolidario. Algunos descubren ahora el valor de estos servidores públicos. Y tan pronto les ponen una medalla o le organizan homenajes, como reajustan servicios y recortan impuestos, esto es, los ponen en la calle o los precarizan. Dejémonos de luces y engaños y primemos los servicios colectivos, los que cuidan de todos. Ese es un esfuerzo que, como hemos aprendido con esta epidemia, es ineludible, necesario.
Por otro lado, tampoco puedo con la miseria ante el esfuerzo y entrega ajeno. Las declaraciones de los infulosos e ilocalizables concejales Lacalle (PP) y Marañón (C's) sobre el alcalde de Burgos, acusándole de personalismo tras una gestión entregada, permanente, sumamente responsable, siempre cercana y respetuosa, me parecen indignantes, miserables. En general, los tiempos excepcionales muestran el fondo de cada uno, su valor y autenticidad. Yo, les reconozco, estoy aprendiendo mucho escuchando al personal...



29/4/20

INFORME CV-19

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 29/04/2020. Contraportada.

La contención no durará tanto. A la vuelta de unos meses la violencia se hará carne entre los ciudadanos hartos de ser sumisos corderos en hilera enmascarada. Arreciarán los golpes y la sangre salpicará las paredes de los super. Francotiradores de balcón sacarán su Beretta del 12 y cambiarán los conejos por ese cabrón del tercero que saca demoradamente al perro.  Las calles serán de los antidisturbios —1,90, defensas de robocop— que primero encañonarán y luego, tal vez, dejen explicarse al personal. La madrugada de los sábados, veinteañeros con subidón de noche clandestina, embestirán los controles de la Guardia Civil al grito de ¡Banzai!
Las cadenas de bulos despertarán a sus galeotes con el anuncio de niños arrojados al vacío, misas desalojadas por Mossos d'Esquadra y el gobierno aprobando ayudas milmillonarias para los LGTBI.
Los justicieros de barrio y bandera saquearán el almacén de electrodomésticos y quemarán el bazar chino, el bar del chino, la alimentación del chino, y al chino. Quienes se atrevan a increpar algo pasarán por una rueda de esputos y golpes. En los hogares españoles, se volverá a la tradicional bofetada marital. La_armeria_amiga.com continuará con su servicio las 24 horas.
Los accesos a la cementera, custodiados por seguridad privada, mostrarán —¡por fin!— hileras de féretros apilados a la espera de alimentar el gran horno incinerador, astro solar de la pandemia. Las imágenes ilustrarán un programa especial de RoucoTv, también descargable desde youtube.
Las centralitas no dan ya abasto recogiendo denuncias y delaciones de vecinos que se asoman cuando no toca, aplauden indebidamente o no reenvían la información que los medios no dan. España está al borde del colapso. Un país sin viejos, con las UCIs tirando de máscaras del Decathlon, los sanitarios envueltos en plástico y el gobierno sin decretar el luto nacional… ¡Un gobierno que —esto ya va calando— quiere instaurar el comunismo! El magnicidio será necesario para volver a la normalidad.
Un nuevo 36, dirá los más afectos. La economía hundida, el gobierno mintiendo, las calles hechas un mar de sangre. La percepción, es sabido, se tiñe de la propia mirada… Con un empujoncito más —Orbán, Salvini, Bolsonaro y Banon apoyan y monitorean—, con un poco más de ponzoña, lo tenemos al alcance.
Fin del informe.


15/4/20

HACER EL MAL

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 15/04/2020. Contraportada.

Al cuestionarnos qué es el odio, la maldad…, acudimos a los casos de tiranos que encarnan la idea del mal absoluto. Saber que hay malos terribles, tranquiliza, libera la carga de las pequeñas culpas de nuestra cotidianidad —pequeñas o no tanto—, y también nos irresponsabiliza. Igual que hay gente buena, hay muchísima mala. O mejor, todos somos capaces de desatar importantes cargas de maldad.
El concepto de sadismo cotidiano es aplicable a gente corriente que siente placer al causar daño a otros. El grado del daño puede ser mayúsculo o menor, v. gr. la abuela o el hermano que chincha a un pequeño por el placer de verle hacer pucheros, llorar… y luego consolarlo. También quien atenta contra la reputación de alguien a base de falsedades y chismes. O hacer de policía de balcón, o de difamador de whatsapp o Telegram.
La senda del mal es un camino que arranca de una colectivización del yo: asumirse uno parte de un grupo fuerte permite abandonar la individualidad para actuar conforme dicta el conjunto. Esto supone percibirse sin responsabilidad o culpa alguna, se actúa en línea con el resto, desde el anonimato, contra los contrarios/enemigos/rivales convenientemente deshumanizados. El otro queda descrito como compendio de todo lo horrible e inhumano. Y así llega el momento de la alegre difamación, de la delación gustosa, del ataque en masa contra quienes son detenidos o exhibidos en paseos infamantes.
Hasta el Financial Times ha mostrado su perplejidad por el comportamiento de la oposición política en España durante la crisis del coronavirus. Las barbaridades que se han dicho sobre el Gobierno, sobre el Presidente Sánchez, sobre el Ministro de Sanidad…, son una vergüenza. Se les ha acusado de ocultar información, de pretender la ruina del país, ¡de eutanasia encubierta!
Mientras Portugal nos da lecciones de dignidad y decencia —Antonio Costa tachando de “repugnante” la insolidaridad del ministro holandés; o el jefe de la oposición, el conservador Rui Rio explicando que "No coopero con el Partido Socialista, sino con el Gobierno del país"—, al “rico e irresponsable” Aznar —New York Times dixit por irse a Marbella en pleno confinamiento—, cuando se demanda el apoyo y la solidaridad de todos solo le interesa quebrar al Gobierno de España. Hacer el mal.


1/4/20

LA CULPA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 01/04/2020. Contraportada.

La culpa otorgada es un sambenito presto a caer sobre cualquiera con la honrosísima pretensión de arruinar una reputación y de paso los efectos de un buen hacer. Culpar bien es un arte, el del perfecto hijoputismo. Me refiero, claro, al culpar arteramente. Señalar un culpable, un gran culpable, o si Ud. prefiere, un villano, nada tiene que ver con denunciar confabulaciones contra los intereses generales; no se trata de desvelar crímenes reales. Un culpar como dios manda busca reconducir todos los temores, tensiones, malestares, injusticias y odios, focalizarlos, convertirlos en algo —una idea, v.gr. España nos roba—, en alguien —tal político, el gafe local…—, o un grupo —una minoría social, un credo religioso, una ideología…—. Culpar así es la antítesis de la responsabilidad.
Cuando España se enfrenta a una crisis desconocida y de terribles efectos como la actual, son necesarias entregas absolutas, medidas desconocidas, trabajo ímprobo, lucha sin cuartel en la salvaguarda de la población. Inevitablemente, además de políticas inéditas y firmes, se incurre en ensayos y errores ante lo inusitado de la situación. Sin embargo, el comportamiento de la oposición parlamentaria resulta vergonzoso en su esforzado afán por desgastar al Gobierno. Ver a Casado —abascalizado con su barbita y un escenario propio de una película de los 80 sobre juegos de guerra— poner a caldo al Presidente del Gobierno porque sí, para subir en sus encuestas, para ponerse al frente de los necios que no entienden lo excepcional de estos tiempos, muestra cualquier cosa menos talla de hombre de Estado. Qué decir del líder de Vox disfrazado de general Armada pidiendo un gobierno de concentración nacional ¡quienes son incapaces de remar conjuntamente —o al menos  de no estorbar—para superar la pandemia!
El Gobierno se deja la piel mientras la oposición arma cada mañana a sus huestes vía whatsapp llenando la red de bulos y memes encendidos para mantener prietas las filas. Se ceban en malhadados fallos instrumentales, en carencias del sistema sanitario superviviente a sus maltratos y recortes previos, mientras esconden su ineficiencia al frente de gobiernos autonómicos. Ladran, muerden y con su ruido dan munición a los enemigos del país que nos niegan políticas europeas de apoyo.
Eso sí, ellos, participados de tanta providencialidad y omnisciencia, tienen la potestad de señalar quién es el culpable de todo… ¿Para qué pensar más?



18/3/20

DELENDA EST...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 18/04/2020. Contraportada

La corte apesta. Tras las pelucas y casacas de seda, tras los polvos de arroz y los falsos lunares, hay voracidad y lascivia, desorden, egolatría, miseria y avidez. El trono se sostiene por las regalías a sus pares nobiliarios, reteniendo lo más para sí: privilegios a mansalva, ordeño de los de abajo. Los consejeros áulicos, tantos de ellos tonsurados, han construido la legitimidad regia como emulación de la divina, un favor de ida y vuelta: un rey-dios que gobierna, con sus increados de idéntica naturaleza —serafines, querubines, tronos, arcángeles, etc., la sangre azul—, descansados en los altos funcionarios de su administración —santos, beatos, vírgenes, mártires, confesores…—, sobre un pueblo llano, los justos, que pagan y penan —suyo es el dolor, el trabajo y el purgatorio—. Así se ha mantenido durante siglos un sistema de fe y explotación, de mezcla de poderes y leyendas: la monarquía absoluta.

Con la llegada de las revoluciones burguesas del siglo XIX se quiso convertir a muchos de estos monarcas en supuestos reyes-funcionarios, las famosas monarquías constitucionales, que tantos quebraderos de cabeza trajeron a las viejas casas reinantes. La soberanía nacional, la separación de poderes, la transformación de los súbditos en ciudadanos… Los reyes iniciaron su decadencia. Algunos ya habían perdido la cabeza, otros los tronos, y no era cosa de quedar desguarnecidos. Y ahí entraron a saco los borbones, con la reina Mª Cristina y su segundo marido (morganático) Fernando Muñoz, como grandes emprendedores. Vaciaron el tesoro, el bolsillo secreto de la reina Isabel II, y fundaron empresas que engordaron con tremendas comisiones de obras públicas de puertos, ferrocarriles y abastecimientos. Un escándalo real.

La actuación de Juan Carlos I ha sido de manual en cuanto a la rijosidad y munificencia para sí. El rey Felipe VI, seguramente más serio que su padre, ha tardado más de un año en actuar públicamente tras saber que era beneficiario de las cuentas secretas ahora conocidas. Que le quite las miguitas de la asignación real es un gesto respetable, sí, como el que hizo Isabel II con su madre, pero también revela lo contradictorio que resulta tener a estos funcionarios de cuna al frente de sistemas democráticos. Supimos de Urdangarín, discípulo avezado, y ahora amenaza riada de datos nada ejemplares. Delenda est monarchia, que dijo Ortega.



4/3/20

URGENCIAS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 04/03/2020. Contraportada.

Cuando llega una catástrofe, una gran crisis, lo que cuenta es la solidaridad, el apoyo común, el cierre de filas en la defensa de todos. Cuando llega la hora de la verdad, entendemos que nos necesitamos unos a otros. Y cuanto más amplios sean nuestros sentimientos de comunidad, mayor capacidad tendremos de respuesta.
No es infrecuente que en España se nos llene la boca sobre la capacidad de reacción que ha mostrado el país en situaciones terribles. Y a buen seguro que ha habido momentos de los que debemos sentirnos orgullosos porque prevaleciera un sentido de unión, de acompañamiento y hermandad. Por un instante, la conciencia colectiva emerge y aúna. Pero, lamentablemente, tales efervescencias suelen durar lo que el agua en una cesta.
Con el covid-19 penetrando en nuestras vidas, ¿nos acordamos de aquella vergonzosa propuesta que supuso dejar a los emigrantes sin asistencia médica mientras se esgrimía la salud de nuestras cuentas? ¿Es que los virus entienden de rangos o clasismos? ¿Y qué me dicen de quienes enarbolan bajadas de impuestos como gran panacea, dejando nuestros servicios públicos en bragas? Estados Unidos acaba de bajar los tipos de interés del dólar como medida estimuladora o correctiva de los efectos del coronavirus… ¿Y si en vez de procurar que los ricos se forren aún más los ciudadanos pudieran contar con un seguro médico básico que permitiera atender los síntomas sin temor a arruinarse?
¿Qué entendemos por sociedad de todos, por bienestar colectivo? La receta no puede ser la de celebrar un nuevo Decamerón, que es lo que proponen los ricos: retirarse a una privilegiada villa, aislados, diez pijazos jóvenes a contarse cuentos mientras a su alrededor la peste negra aniquila Florencia. De estas situaciones no nos sacan las banderas ni los himnos; las fronteras nada detienen… Invertir en buenas universidades públicas, en buenos centros de investigación consigue hacer el país grande, por preparado, eficaz, solidario, seguro. ¿Qué tantos cuentos con Venezuela o con la gazmoñada del pin parental? Una sanidad pública eficaz y universal, unos servicios bien financiados, como una educación pública bien atendida, eso es lo que erige muros sólidos contra la intolerancia, la ignorancia y la insolidaridad. Y favorece la salud, la de todos y la de cada uno. Eso es lo urgente.



19/2/20

EL LÍO DEL COLLEGE

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 19/02/2020. Contraportada.

El General Manager de la Foundation del Westinghouse College for Young Ladies (FWCYL) dio la voz de alarma: las cuentas no cuadraban. Y lo que asomaba parecía lío del gordo.
Según fue contratado, el probo Jeremiah Hawks se preocupó por conocer el estado financiero de la casa; su predecesor había salido por la puerta de atrás y no quería dar pasos en falso. La contabilidad estaba pidiendo a gritos un repaso. No tuvo que rascar mucho. Enseguida vio que pisaba sobre pantanos infectos.
 Papeles en mano, se fue a ver al Chancellor del WCYL.
Una Foundation es el ecosistema perfecto para los depredadores: permite evitar regulaciones estrictas, y con los responsables adecuados, facilita consumos impropios, desvíos de pagos y remanentes, vaciados de cuentas... Las cifras del manager cantaban un escándalo de varios millones de dólares. Iba a arder el Westing, o peor, Oldburg entero.
El Dr. Barnaby Aloysious Montgomery tragó saliva. Aquello podía dinamitar el College desde dentro. Oía contar a Hawks la prolija relación de facturas indebidas o inexistentes, trasvases y saqueos relacionados con miembros de la Junta de Regentes y sentía que el vértigo se adueñaba de él. Veía ya su cabeza en una pica.
−Your Highness, no queda otra que poner esto en manos de la Justicia. Ahora que sabemos de este tomate no podemos mirar para otro lado o nos convertiríamos en cómplices.
−¿De verdad es tan grave?− preguntó tratando de concederse una última prórroga.
−Décadas haciendo pagos fuera de la Ley, creación de empresas fantasma para continuar el vaciado de beneficios, perjuicio al Westinghouse College que no recibe los obligados remanentes. Eso sin contar los gastos injustificados de quienes se han ido de viaje de placer con el dinero de proyectos, se han apropiado de bienes comprados con dinero público o han facturado por trabajos inexistentes, Your Excellency...
Y hay más. Crece el rumor de que preparan candidatura para las elecciones a Chancellor. Tratarán de hacerse con el poder para tapar la cloaca. El enmierde va a ser de campeonato.
−Pufff... Ya veo a los alicortos de Oldburg diciendo que nos lo hemos inventado todo para perjudicarles en las elecciones... Llama al Fiscal General. No queda sino ponernos en mano de la Justicia. Y encomendarnos al Altísimo.
−Puede que ese también salga en las facturas...

[Miércoles 26, presentación de la novela ‘The Chancellor’. Salón Rojo (Teatro Principal de Burgos). 20:00 h.]



5/2/20

¡VIVA LA RESPÚBLICA!

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 05/02/2020. Contraportada.

República es una de las palabras que concentra mayor dignidad y respeto de entre los vocablos políticos. El DRAE la define como “Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado”, añadiendo, “Por oposición a los gobiernos injustos, como el despotismo o la tiranía, forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad”. Dígaseme qué hay de controvertido en tales asertos.
Las logomaquias de estos días sobre quién aplaude más al rey-símbolo, muestran una vergonzante infantilización de nuestra política, y un problema de fondo: los españoles tenemos rey sin que nos hayamos pronunciado sobre ello. Juan Carlos sucedió a Franco, en 1975, jurando las Leyes Fundamentales y los Principios del Movimiento Nacional y, al poco, en 1978, pasó a ser rey constitucional.  El monarca iba en el paquete de la constitución democrática.
En cualquier caso, con la larga historia que tiene la realeza hispana, el mayor conflicto no es el impulso franquista −que no deja de tener su aquel…−, el tema de fondo es la adecuación del principio político de la monarquía al presente: la exaltación de la desigualdad absoluta en favor de quienes nacen elegidos, ungidos Dei Gratia−, superfuncionarios. Se invoca que es un valor simbólico de unión, lo que supone ignorar que los símbolos los creamos a nuestro antojo y arbitrariamente. Y no será tan valioso con tanta discusión sobre su conveniencia. En cualquier caso, mientras ejerza, lo lógico es ser respetuoso con el símbolo… y, ¿por qué no?, luchar democráticamente para cambiar la Ley.
Aspirar a la fórmula republicana es, antes que nada, ser coherente con el principio democrático de un gobierno elegido por el pueblo, sometido a controles, y temporal. No se es más español por definirse monárquico o republicano, todo tiene su fundamento histórico. Ni que ciertos movimientos nacionalistas ambicionen su independencia bajo fórmulas republicanas, hacen buena a la monarquía, cuando lo que buscan es situarse fuera, independientes. No mezclemos churras con merinas.
La maravillosa expresión de Alberto Garzón cuando se refiere a Felipe VI como “el ciudadano Borbón”, condensa todo ese poder de la igualdad democrática. Jugar a romanticismos novelescos sobre la monarquía es extemporáneo. No digo ya referirse al rey como Majestad, manteniendo los recursos divinizadores, la perpetuación del mito… Una ridiculez anacrónica.
Lo más importante, que blandir al rey no distraiga de acabar con la injusticia social.



22/1/20

¡ARRIBA, PIJOS, A VENCER!

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MAT
DIARIO DE BURGOS, 21/01/2020. Contraportada.

El salón es oscuro. Alzapaños con borlas doradas recogen los cortinajes espesos que, entre visillos, detienen la atmósfera. En el centro, coronado por una lamparilla de latón dorado, un óleo muestra al abuelo —mentón rotundo, soberbio, ojos desvaídamente azules—, con guerrera, correaje y medalla de la campaña, pasador verde. Frente al retrato, el viejo sofá de piel luce funda de lazos desbocados, profusión de almohadones estampados con cacerías inglesas. Junto al ventanal, la vitrina exhibe figuras de Lladró, platos isabelinos y un Cristo de Plata en el Gólgota. En el rincón, un mueble costurero acuna junto a su lámpara dos butaquitas que parecen reclinatorios frente a una pasable copia de la Inmaculada de Alonso Cano. La esquina opuesta es de un bargueño infuloso transformado en mueble bar donde conviven el gran duque de Alba con el cardenal Mendoza y el conde de los Andes. Al otro extremo, un armario librería de nogal vigila libros del padre Luis Coloma, la colección Ancora y Delfín de Destino, los Episodios nacionales y los veinticinco volúmenes del Summa Artis. Salvo por el detalle de algunos tomos y etiquetas, lo mismo da que sea 1946, que 1979, 2001 ó 2020... El águila sigue en la bandera.
Familias custodias de tales santuarios perpetúan el sueño de plomiza gloria imperial y las pesadillas con los de la FUE y la FAI, luego con los comunistas. Recuerdan a los apuestos jóvenes de mahón, enzunchados, que defendían su honor de clase y fe. Mantienen vivos los horrores del asesinato del tío claretiano, de la prima monja carmelita, eternos en sus estampitas, y dan a leer a cada vástago que llega a don Agustín de Foxá. Los domingos, entre torrijas de la Antigua pastelería del Pozo, recorren en familia los agravios a España, la irrupción de los izquierdistas, el fluir de los sarasas, de las desentrañadas feministas, la invasión de moros, el asco de este Papa...
Viejunos y de boutique a un tiempo, son linajes de club de tenis y paddle, de mucho bridge y locuras mediterráneas. Su modernez es de alianzas y encastes. Y así llegan a presidentas de comunidad autónoma o a alcaldes de la capital.
Ahora se entiende de dónde sacan eso de comunistas, checas y fusilamientos... Retrofuturistas, en fin.



8/1/20

... Y EL VIVO AL BOLLO.

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 08/01/2020. Contraportada.

En estos tiempos empantallados, de compulsivo consumo de series a cada cual más rocambolesca, con villanos terribles, conspiraciones permanentes y normalizada presencia de seres mágicos, mucha gente vive su cotidianidad de manera psicótica, con cierta confusión entre la realidad y la ficción, presos de una angustia innecesaria, embebidos de apocalipsis. Los medios presentes, bajo la ilusión de elecciones personalizadas, permiten esta construcción de realidades en paralelo, refugio de alumbrados, que en su condición de masa virtual —grupo de WhatsApp o hashtag de turno— sienten confirmados sus alterados temores. Esto vale para los ofendidos de toda orientación, los ultras, los nacionalistas de cualquier bandera, los fundamentalistas del credo que fuere, en fin, los intolerantes. Son grupos en ascenso, impulsados por una ira ciega que mucho tiene que ver con la incertidumbre, la precariedad, la desigualdad y la pobreza de nuestras sociedades.  Y no es paradoja. Es mucho más conveniente a los intereses de las grandes fortunas y corporaciones alentar tales enfrentamientos generando culpables reconocibles, que tratar de reformar las estructuras —leyes, instituciones, costumbres— que perpetúan la injusticia y la desigualdad.
Estos, y no otros, son los mimbres de nuestra actualidad. Tenemos la sociedad más desigual desde la reinstauración de la democracia y unos se plantean hacer una política correctora de tales desequilibrios —en minoría, en coalición, con aliados poco confiables, sí—. Otros insisten en permanecer ajenos a la realidad —que el mercado regule, o lo que es lo mismo, desregulación absoluta e inequidad naturalizada—, mientras entonan soflamas antiguas y se envuelven en banderas airadas y ofendidas.
Tenemos Gobierno. Y no tiene por qué ser malo, pese a lo que predica la caverna. Una parte importantísima de quienes se oponen a este gobierno están muy necesitados de las reformas que el Ejecutivo pretende acometer.  Es curioso que cuando se prometen más derechos y seguridades para los más desfavorecidos, salgan en tromba las trompetas del fin de España… Lo que hemos visto estos días en el Parlamento muestra hasta qué punto se ha banalizado la política, cómo los representantes de la soberanía nacional han devenido en starlets, en famosillos de reality show buscando la foto fácil por mostrar una ocurrencia chusca, un postureo mañoso, una indignación impostada.
Ojalá al Gobierno le vaya bien, pues nos irá bien a todos. Y ojalá el Congreso se pueble de gentes como Aitor Esteban, ejemplo de dignidad y sensatez, de política responsable.