21/2/23

¿PARA QUÉ?

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 21/02/2023. Página 5. 

 En Burgos estamos viviendo un misterio con tintes de novela negra en torno a nuestro monumento más emblemático, la catedral. No se trata, aparentemente, de un asesinato, sino de un proyecto incomprensible y de orígenes imprecisos: las puertas de Antonio López.

¿Qué cráneo privilegiado se ha arrogado la capacidad para decidir que hay que acometer este cambio? Mientras la fama del pintor ─que no por escultor─ se utiliza como argumento bloqueador de toda protesta o disconformidad, una fuerza visionaria anónima señala que las actuales puertas son poco vistosas ─maltratadas y abandonadas oportunamente─. También nos explica que el monumento es una suma de adiciones en el tiempo, como si eso permitiera el eterno retoque. Por decirlo al estilo de las parábolas: hay quien renuncia a asumir la catedral en su anciana dignidad y beldad ─que es lo protege la UNESCO─ y prefiere convertirla en una vieja ridícula que se niega a envejecer a base de estiramientos, prótesis e inyecciones de silicona hasta transformarse en un espantajo.

La catedral es el símbolo de Burgos. No hay otro que haya tenido tal fuerza y fijeza en el tiempo. Cualquier burgalés sabe que le une al templo gótico una relación emocional única, personal, vibrante. Por ello, la percepción de privatización del monumento no solo es dolorosa, sino que refuerza la idea de una Iglesia opuesta a su pueblo.

Sin proyecto real ni informe de impacto patrimonial ─incomprensible─, con la declaración de Patrimonio de la Humanidad en juego, el pegote de las puertas alterará la totalidad de la fachada principal de la catedral, hoy aérea, proyectada hasta la punta de sus agujas gracias a la coherencia y liviandad de su base. La brutal masa broncínea de López achatará la visión de esta portada matando la línea de fuga para centrar la atención del espectador en un mamotreto basal que rompe toda la verticalidad y contexto gótico. La fachada entera, delicado juego de equilibrios para sostener el rosetón y los ventanales, se pondrá en riesgo permanente con el cambio de pesos, tensiones y dilataciones de la nueva instalación.

¿De quién es la catedral sino de los burgaleses? ¿Por qué se nos quiere hacer pasar por brutos o desinformados a las casi 80.000 personas que han firmado contra el cambio en change.org? ¿Quién gana en este falso debate entre supuestos antiguos y modernos? Y, sobre todo, ¿para qué este costosísimo circo?









7/2/23

¡REALISMO!

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 07/02/2023. Página 5.

Con sutil estilo Pedro Vallín cuenta que el mundo de la ficción, el cine sobre todo, cambia nuestra forma de interpretar la realidad y aún de producirla (C3PO en la corte del rey Felipe). No es solo la sociedad del espectáculo, inevitablemente instalada en nuestra cotidianidad, sino la convicción de algunos, particularmente en la política, de estar protagonizando una serie apocalíptica, épica, revolucionaria o totalitariorregeneradora, con los riesgos que esto supone.

Mirar la realidad a través de estos clichés lleva a perder el sentido de bien común: ser una colectividad que se reconoce en el compromiso con sus integrantes. La simplificación de lo complejo (una sociedad multitudinaria y heterogénea), tiende a crear monstruos. Con los anteojos exaltadores de la particularidad mínima y propia no hay espacio para otros, no hay adversarios, solo enemigos, extraños, exterminables.

En general, sin embargo, hay muy poca epopeya en la política. Lo que se cuece en los (ridículamente) llamados War Rooms, no suelen ser ni genialidades, ni grandes pensamientos. La mezcla de publicistas y expertos demoscópicos no da grandes alturas filosóficas. Se busca el eslogan fustigante, la frase-meme, el zasca tuiteable (los términos ya lo dicen todo). En esto ha quedado aquel noble oficio: insufribles momentos de nadería, de mediocridad y servilismo a los poderes extraparlamentarios, entrecortados por instantes de levísima y efímera ingeniosidad. Y así, la trabajada no-realidad será servida por quienes laboran en la sombra, en las partes opacas y densas del sistema alterando el sentido común, el espíritu de la ley o su propia letra.

Lo sucedido con la Ley de libertad sexual es una buena muestra de estas guerras antidemocráticas. ¿Se piensa en las víctimas o en la bancada parlamentaria? Nadie en su sano juicio duda de la importancia del consentimiento en las relaciones sexuales ni de la necesidad de proteger a los más vulnerables. ¿Se nos olvida que la Audiencia Provincial de Navarra condenó solo por abuso a La Manada? Si lo importante es el servicio público, la atención a los desfavorecidos, ¿por qué dilapidar el capital y avance social que supone esta Ley en luchas de pegatina? No vivimos en los mundos de Yupi y habrá que dejar las normas redactadas de manera que los ultramontanos del lado oscuro no tengan vías para soliviantar a la población con descargues penales o abandonos a las víctimas. Vamos, que conviene ser un poco realistas. Y políticos.