DIARIO DE BURGOS, 23/07/2024. Página 5.
Una de las
idioteces generales practicadas por la mayoría hoy es creernos un país. Lo
mismo da este que el otro, Francia, que España, Portugal, que Marruecos.
Por redes
corre un antiguo y divertido sketch del cómico británico Eddie Izzard que
cuenta en un fingido diálogo cómo Gran Bretaña se hizo un imperio: robando
países. “I claim India for
Britain”. “You can’t claim as we live in five hundred million of us”. “Do
you have a flag? Y todo el mundo rompe a reír. La clave del asunto: un país
existe si tiene bandera, el símbolo, pero, sobre todo, como diría una pitonisa
de la tele, si, a través del símbolo, se lo creen sus nacionales.
¿Pero qué es
un país? ¿Votarían Uds. para elegir a quiénes forman parte o no de su país?
¿Para qué queremos un país?
Estas son
preguntas fundamentales. En primer lugar, porque los países los inventamos los
humanos en función de factores históricos o lingüísticos o económicos o
geográficos o todos ellos entremezclados. En general, las razones que la gente
repite suelen ser mentira ─mitos─. Los países actuales son muy modernos, pueden
haber nacido por vocación o por descarte, pero siempre disfrazando su historia.
La cosa está en saber para qué desean existir, cuál es la razón, la necesidad
de su ser… Para mí, todo se reduce a dos preguntas: ¿para joder ─quien dice
joder dice oprimir, explotar o exterminar─ a quien no piense como cierta
ideología dominante religiosa, política, clasista, sexista, racista? ¿O para
crear una comunidad de mínimos democráticos ─respeto, tolerancia, educación,
convivencia─ y máximas oportunidades para todo el mundo? Si no compartimos un
compromiso de mínimos, todo se vuelve irrespirable. No es un país, es un
avispero al borde de su implosión.
¿Para qué
quiere, por ejemplo, la derecha, España? ¿Para qué la quiere Vox? ¿Qué piensa
el votante aguerrido cuando Abascal da la orden de abandonar los gobiernos
regionales y ve las caras apesadumbradas de los propios vicepresidentes y
consejeros que no dan crédito? ¿Por qué le importa más a Abascal Orban o Trump
o Putin y votar en contra del Partido Popular Europeo en Bruselas que legislar
en Valladolid o en Valencia? ¿Su lealtad dónde está, con quién está? ¿Y la del
PP, emponzoñando la Justicia, haciendo suyo un radicalismo antimigratorio
mientras gobierna autonomías de ancianos? ¿Votaría para expulsarnos a quienes
no les votamos?
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