13/5/25

LO DEL CUARTO...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 1370572025. Página 5.  

Es consustancial a nuestra condición de tolais sociales confundir realidad y deseo, o mejor, ser enredados, como ya lo contara Platón con su caverna. Los realistas del siglo XIX, con Stendhal a la cabeza, presumían de una novela que, dijeron, era un espejo que se pasea por la vida. Lo cierto es que aquella gente construía mundos que no eran exactamente la realidad, sino sus percepciones. La prensa lo aprendió muy pronto, y aprovechando el auge del periodismo, pronto entendió que las clases medias que consumían ávidamente lo impreso, tendían al conservadurismo y melindrez, que eran buenas amigas del sensacionalismo y la tinta gruesa. Un filón. El admirado periodismo de los Pulitzer se convirtió inmediatamente en el de los Randolph Hearst, que a bote pronto, consiguió que Estados Unidos y España entraran en guerra gracias a sus periódicos. De la información a la agitación. El ciudadano Kane. La prensa devino, a pesar de lo que su romantización nos cuenta, en riesgo constante. Tan necesaria como peligrosa, la información pocas veces ha podido desempeñarse como auténtico cuarto poder. Pudo hacerlo con Bernstein y Woodward en el Watergate ─¿en qué ha quedado hoy el Washington Post?─; con el Boston Globe y los abusos de la Iglesia Católica, pero casi siempre, poder económico ─con su corrupción─ y grupos mediáticos son parte de la misma ecuación.

The Guardian (UK) publica estos días cómo el presidente de España sufre Lawfare ─guerra sucia judicial─ con casos instrumentales sobre su familia, ─todos sabemos que ahí no hay nada─. Hay periódicos y otros medios que solo jalean eso diariamente para energumenizar con el absurdo de la dictadura sanchista, que es la cosa más disparatada que puede uno oír. El diario que mintió despreciablemente sobre los atentados del 11-M saca ahora conversaciones privadas del presidente que estaban custodiadas por un juez… Esta derecha mediática, la gran productora de bulos, la jaleadora de indecencias judiciales ultras, vuelve a la táctica de muñir realidades paralelas ─como en la II República─, a alterar hechos y sucesos interesadamente.

El nuevo papa, cuyo nombre no viene como continuidad del XIII, sino del más fiel y leal discípulo de San Francisco ─León de Asís─, insiste en la importancia y valor de un periodismo veraz: “solo los pueblos informados pueden tomar decisiones libres”. Una verdad como un templo, que esperamos más sólida que la incorrupción del cuerpo de la pobre Santa Teresa.




 

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