DIARIO DE BURGOS. 20/09/2017. Contraportada.
Sí, el asunto
es grave. El anunciado choque de trenes ya está aquí. Avanza con parecida
angustia a la que viven en el Caribe la llegada de cada huracán: se mide la
velocidad de sus vientos, el posible itinerario destructor, mientras acopian
agua, velas y aseguran ventanas y tejados… Pero aquello es un fenómeno
atmosférico incontrolable y lo que tenemos aquí es fruto de la sinrazón
intolerante, de los intereses espurios de cada parte.
La población
no militante en el paroxismo asistimos al espectáculo de la pantomima del
Govern catalán tratando de mostrarse víctima de un Estado totalitario que
estaría matando la democracia que solo ellos dicen encarnar… No menos trágico
resulta ver al inmovilista Gobierno del PP listo para envolverse también en la
bandera y acabar con cualquier atisbo de pensamiento y razón a través de la
asfixia financiera y un farisaico amor por la Ley. Ambas partes claman el “o
conmigo, o contra mí”, exigen lealtades o, como dicen en la jerga política, que
cada partido político se retrate, tal
cual ha buscado con poco éxito Ciudadanos en el Congreso.
Como profesor
universitario he recibido una solicitud de apoyo a un manifiesto que declara
unilateralmente culpables a los independentistas, exige firmeza al gobierno y
define como buen español al que apoye las decisiones que ha de tomar el
gabinete presidencial. Y no, esa no puede ser la vía de la razón. Es indudable
que a los independentistas se les ha servido el oprobio cuando el PP recurrió
la reforma del Estatut, y que la posterior crisis económica ha sido el marco
perfecto para esta escenificación en la que los dos partidos más corruptos del
país se enfrentaran impasibles en su ademán. Tiene que haber otra forma de ser
españoles, terceras vías que apuesten por el diálogo y el encuentro.
Desacreditar esto y apostar por el huracán… será de machotes, a mí no me
provoca más que hartazgo y tristeza.