DIARIO DE BURGOS, 10/12/2024. Página 5.
Cuando en
2015, Mariano Rajoy soltó aquello de que “Es el vecino el que elige al alcalde
y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”, resultó que era
nostradámica advertencia sobre la incapacidad e ingobernabilidad que se cernía
sobre el consistorio burgalés.
Aprovechando
que se anunciaba la llegada del puente, las dos mejoradas manos de la alcaldesa
tomaron el cristo por los cuernos, y reunidos los asombrados vecinos, nos
dieron una sobredosis de luces chispeantes, pinos purpurinados, cabañitas y
cúpulas mágicas como para provocar un ataque epiléptico. Todo muy bonito
─¿cuántas luces pueden distraer la mirada del número 1 de la Plaza Mayor?─. La
Navidad llega que ni pintiparada, debió pensar la
portavoztenientegerenteconcejal Ballesteros,
a tenor de la capacidad cobertera de la manta de luces que recorre toda
la calle Laín Calvo…
¿Y cómo hemos
llegado hasta aquí?
La campaña que
permitió a Ayala tener once concejales surgió de un engaño, una indigna
operación general en toda España del PP con aquello de “Que te vote Txapote”,
que aquí tuvo su traslado con una impresentable furgoneta paseándose por la
ciudad. Esto contó con no pocas complicidades que ahora se tiran de los pelos,
pero que le dieron su apoyo en prensa, en tertulias y debates repitiendo
argumentarios obscenos en vez centrarse en la ciudad y sus cuestiones. Ayala
también incumplió su palabra sobre dejar gobernar a la lista más votada.
El PP local tiene
su imagen por los suelos dada la gestión de personal que ha hecho. ¿Con qué
criterio se configuran sus listas municipales, desde la alcaldesa hasta el
último concejal, por ejemplo, el de movilidad? Como para defender
privatizaciones o meritocracia…
Quienes
votaron a Vox tienen su carga. Con la nostalgia del franquismo, les cuelan un
centón de falsedades sobre la inmigración. El votante de Vox gusta de vivir en
riesgo, quiere pensar que le acechan, que le van a robar, a okupar, a expulsar
de su mundo. Todo es mentira, pero vivir cabreado les mola. El mal siempre es ajeno,
aunque sea inventado. Ahora, la culpa es del PP.
La izquierda,
incapaz de leer la realidad con sentido, fraccionada en sus microidiocias,
cosechó su irresponsabilidad y quedó fuera de la corporación, en tiempos de o
sumas o matas. Y no son. Y ahí siguen, como hemos visto con el caso de la profª
Céline Martin.
Felices
Fiestas.
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