DIARIO DE BURGOS. 07/01/2025. Página 5.
La maldad es
un estado de conciencia. Normalmente, se es más malo con apoyo. Malo, malo, se
es en grupo. Nada como el refuerzo de los demás, como la vigilancia, la
competencia, el propio temor a quedarse atrás para aumentar, para elevar el
tono, para exigirse uno ser más malo, para decir cosas peores, para gritar más,
para delatar, para señalar, para hacer gala de odio puro. Para eso, por
ejemplo, se apunta a las criaturas a las mocedades de maldad, para que se
formen en gritar lemas, exhibir banderas, quemar muñecos y demás entrenamientos
de ira social.
Los malólogos
lo saben bien. Para mantener el estado de maldad, es muy importante generar
ámbitos y signos que permeen, que hagan sentir cómoda y refugiada a la gente,
reconocida, en campo propio. Por
ejemplo, una raya en el suelo. A este lado, los nuestros; allá, ellos. Sin tonterías
éticas. Para nosotros, todo. Para ellos, nada. Lo importante: generar un
lenguaje-código que sirva de reconocimiento y marcaje, que tanto celebre su
exaltación del mal, como el ninguneo de todo lo desterrado. Por eso no importa
la corrupción, ni los bulos, ni las falsedades mientras nos beneficien,
mientras les perjudiquen. Así se corrompe todo, se malmeten las viejas maneras,
se denuncia a inocentes, se articulan campañas construyendo un mundo de
falsedades repetidas una y otra vez, así se levanta Maldad DF, un espacio en el
que el sentido de impunidad es tal que la distorsión de realidad conlleva que,
v. gr., en cabalgatas de reyes se insulte al presidente del gobierno a pleno
pulmón.
La maldad es
negar al otro la condición de igual, de sentir, de ser, de padecer, amar y
necesitar. La maldad es una negativa a reconocernos en el orden biológico
ajeno, en la maternidad y paternidad extraña, en el hambre, frío y miedo que
impiden sentir seguridad y calma. La maldad es una voluntad de ser estúpido al
cegarse ante el otro y preferir crudamente su llanto, su exterminio, su
expulsión, su bombardeo. La maldad es ideológica, fanática, religiosa,
fundamentalista, necia.
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