DIARIO DE BURGOS, 28/10/2025. Página 5.
La controversia
surgió a raíz de la petición del anterior mandatario mexicano, D. Andrés Manuel
López Obrador, quien mediante carta (2019), requirió a Felipe VI que pidiera
perdón a los pueblos indígenas por las atrocidades cometidas durante la
conquista. Completo silencio. Siendo presidenta electa (2024), la Dra.
Sheinbaum mantuvo la demanda de Obrador y no invitó al rey a su toma de
posesión en tanto no pidiera perdón.
Cualquier
historiador riguroso, científico, sin militancias sectarias, evitaría
enzarzarse en las necedades que arrastran los debates sobre la Leyenda Negra,
asunto que pertenece al ámbito de las propagandas malintencionadas y, en las
respuestas, a los nacionalismos más casposos. Es incuestionable que el proceso
de la conquista de América estuvo lleno de aberraciones y genocidios. No es una
opción, ni deducción libre o postura política, son hechos incontrovertibles. Es
igualmente absurdo envolverse en la bandera y conjugar el pasado en primera
persona del plural. Ni Ud. ni yo estuvimos en aquellos sucesos y tiempos. Debemos
evitar imprudentes solidaridades con aventureros y piernas devenidos en
asesinos y genocidas. La mayoría de los conquistadores se movían por el propio
medro, por la búsqueda de su riqueza y carrera personal, no por altisonantes
evocaciones de la nación. Y no entro a que introducir el elemento de la nación
en semejantes fechas, no es que sea distorsionador, es que es ahistórico.
En 2021, a la
misma petición, el papa Francisco, en un rasgo de humanidad e inteligencia,
reconoció los desmanes de la Iglesia en la conquista. Y se acabó el pleito.
¿Por qué no lo hace la corona española, institución que dice legitimar su
pervivencia por ser hereditaria? Dada tal circunstancia, es el símbolo que
mejor representa la relación con aquel pasado, pues la conquista se hizo en su
nombre y atendiendo a sus intereses. La soberbia que supone la negativa a pedir
perdón, es también desdeño a los pueblos originarios y a la Historia ─a la de
verdad, no la que cuentan los nacionalistas─. Otras exmetrópolis lo han hecho y
eso ayudó a afianzar sus relaciones e intercambios con sus antiguas colonias.
El orgullo
herido, pero además inculto, es muy mal consejero en las relaciones
internacionales.

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