DIARIO DE BURGOS, 20/02/2024. Página 5.
La vergüenza
se enseñorea en las izquierdas, fuera del BNG, que ha cosechado menos de lo
merecido, pero al que le queda mucho por alcanzar su techo. El PSOE gestiona
muy mal su imbricación territorial, y Sánchez lo sabe ─por aquí vendrán los
cambios─. Hace falta pisar mucho asfalto y mucha tierra para aparecer
confiable, para ser uno de los nuestros. En terrenos de fidelidades, la
improvisación ─relativa, en este caso─ de un candidato que ejerce en Madrid
como diputado, no habla a la región. Eso se paga, por encima de ninguna
amnistía.
Lo que es de
órdago es la debilidad de Sumar, que como todo proyecto sin base, hace agua por
todos los lados, por más que le presupongamos un acierto en su idea de
conjunción. En un tiempo de bloques ideológicos, Sumar o el Frente Amplio que
debería ser, es absolutamente necesario en términos politológicos, pero, la
verdad, apunta muy malas maneras. Con esta debilidad, la derecha solo tiene que
sentarse a esperar.
Podemos está
en los clamores. Han ido cavando tozudamente su tumba: con sus fútiles
relaciones periféricas, que han alimentado el leftnationalism local volviéndose
ellos innecesarios; con sus posmoderneces de lector recién llegado y mal
digerido; con su cesarismo enervante, con su cainismo… Esperan a la
circunscripción única de las europeas como agua de mayo para engañar a su
muerte lenta. Pero con la Parca, ya se sabe, negociar es locura.
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