IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 15/10/2024. Página 5.
Cuando el 22
de septiembre de 1892, don Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Consejo
de Ministros, se dirigía a la reina regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena,
madre del rey niño Alfonso XIII, para pedirle que declarara el 12 de octubre
fiesta nacional, lo hacía a sugerencia de un círculo de empresarios por
cumplirse el IV centenario del descubrimiento, y no con vocación de que se
convirtiera en LA fiesta nacional. No fue hasta 1918 que la fecha comenzó a
adquirir valor repetitivo en el calendario. Las diversas vicisitudes y sensibilidades
del siglo fueron introduciendo connotaciones que poco contribuirían al
sostenimiento de la propia idea, extrañamente nacionalizadora, caso de la
raza. Unamuno trataría de salvar este término en los años veinte
proponiendo entenderlo en sentido espiritual como “algo que se está haciendo
siempre, que no está hecho, y si algo central hay que buscar, tenemos que decir
que raza es la lengua que es sangre del espíritu”. Pero tampoco. Luego llegaría
lo de Hispanidad, que, en 1935, Ramiro de Maeztu explicaría que, “así
como Cristiandad es el conjunto de los pueblos cristianos, Hispanidad sería
también el conjunto de los pueblos hispánicos, dando a esta palabra un sentido
latino y general”. La dictadura franquista vio en esto un utilísimo elemento
para su falangimperio retórico-racial y tronante.
Con la
recuperación de la democracia fue un error mantener este aparato de
pretensiones y sobreentendidos contaminados por tantos abusos del franquismo.
El V Centenario evidenció los graves problemas que suponía la retórica colonial
por mucho encuentro que se esgrimiera ante la necesaria emergencia de la
voz de los pueblos originarios de América reivindicando su propia versión de la
Historia. Buscar nuestra afirmación nacional sobre la aceptación de dominios
ultramarinos ajenos ─hallados fortuitamente─ no parece lo más sensato en orden
a cumplir con el propósito. Una fiesta nacional ha de producir referentes
emocionales con fundamento para la comunidad de integrantes. Siendo nuestro
estado-nación, como el de todos nuestros convecinos, un desarrollo de la
Ilustración, la Revolución y el liberalismo, cuajado durante el siglo XIX,
habría tenido mucho más sentido pensar en el arranque del proceso de conquista
de los derechos ciudadanos, y fijarse en la proclamación de la Constitución de
Cádiz de 1812, eligiendo el 19 de marzo como primera fecha patria.
Perseverar en
el error, no nos va a ayudar (a uno y otro lado del charco).
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