IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA.
Feria del Libro de Burgos. 01/06/2025.
Con este libro busco compartir una pasión que podríamos decir que es por
la prensa, claro, pero que sobre todo tiene que ver con interpretar la realidad,
que se muestra desafiante y nada evidente. ¿Qué se esconde detrás, qué subyace,
a qué responde, quiénes mueven los hilos, hasta dónde llegan estos?
No se trata de mirar
alteradamente, de ser presa de conspiranoias, se trata de la mixtura de lo que
nos hace verdaderamente humanos: la curiosidad científica de la primera Eva, la
preocupación por los contextos e interrelaciones de la Antropología Cultural y
la Historia, las famosas 5 W del periodismo: Who, what, when, where, why.
Quién, qué, cuándo, dónde, por qué. Yo,
con esto, me lo paso pipa.
Poder arañar esa realidad
tan compleja, no es moco de pavo. Y hacerlo a tiempo parcial, por así decirlo,
tampoco es fácil, en cuanto que se entrevera con mi dedicación principal de la
investigación universitaria. Esto en sí, ya es una rareza, estando como estamos
los universitarios sometidos a presiones de hiperespecialización. Pero mi forma
de mirar la realidad no es ajena de mi manera de estar en el mundo. Como mi
forma de escribir no puede romper con la manera en que enseño o investigo.
Esto supone que para mí
esta compilación no tiene ningún carácter de obra menor o secundaria, sino que
es raíz y mismidad de este antropólogo, que obviamente es también heterodoxo en
lo académico como en el resto de quehaceres en los que me embarco. Los escritos
que conforman este libro nacen tanto de esa mentada pasión por el análisis del
presente como por el remangue con que lo acometo, esto es, la implicación
personal. Que el libro vaya sin notas o bibliografía creo que es un acierto,
que no ha de llevar a engaño en cuanto al bagaje. Pero, sí, esto, ayuda a
cierta llaneza que los textos requieren al momento y espacio exigido,
facilitando encontrar eso que el mundo académico suele demandar ilusoriamente
como divulgaciones y no suelen acertar perdiéndose en circuitos paralelos que
no llegan a la población.
Tengo el privilegio de
tener unos medios poco comunes a mi alcance, periódicos y revistas en los que
dejo algo que no son meras opiniones, que no son un despachar gratuito, sino un
traslado de análisis desprovistos de adornos o de cálculos personalistas, porque
eso sí, me tomo esto de escribir y opinar con suma responsabilidad. Soy un
heterodoxo cerón, esto es, que no hay más que lo que se ve o arde. Todos
sabemos que hay quien aborda el ejercicio de la escritura pública como un acto
de narcisismo, como un adorno de su persona y encajes. Otros, son todo cálculo
y lengua, una larga papila, húmeda y viscosa con la que lamben posaderas
ajenas, particularmente las que detentan autoridad, influencia, poder…, que si
lo encontramos en telemadrides y razones, imagínense en prensas locales
catedralicias. Mi retranca va de la mano del compromiso, y donde otro apostaría
por la elegante distancia, a mí me sale no una pose jacobina, que así me la
pinta alguno, sino la denuncia de la impostura y la mentira, del apartamiento
de la gente, del destroce de nuestro estado de bienestar social. Y lo hago sin
apoyo de siglas o carnets, que no los tengo, pero sí con el dolor de la
indignación cuando se ríen del de abajo, o por el desfalco de lo público, que
somos todos. Por ahí sí que no paso.
Vivimos tiempos
interesantísimos y apasionantes, llenos de retos y conflictos que demandan
nuestra atención, una alerta permanente.
Uno de los elementos que
sobresalen de estos años es la manipulación y los bulos, y es uno de los
pilares del libro. En España llevamos 20 años de descaro y manipulación
torticera en los medios de comunicación. La inocencia se perdió con las
elecciones de 2004 y los atentados de Atocha, de los que se cumplía su 21
aniversario ayer. La gran mentira preparada por el gobierno saliente de Aznar
con el concurso de el diario El Mundo, como medio principal, al que se
adhirieron la actual armada de medios conservadores, propició el engrase para
la mentira crasa en la que algunos se han asentado hasta fundar los conocidos
pseudomedios, esos digitales espantosos que se dedican al bulo constante.
Esta es, digámoslo sin
ambages, una estrategia de la derecha, de una derecha muy intervenida por los
poderes fácticos, muy al servicio de grandes estructuras, con grandes
penetraciones transnacionales también, con asientos en capitales
eslavo-ortodoxas y anglosajonas, con capitales circulares que penetran en todas
las esferas de negocio y alumbran líderes de opinión retroalimentados (podría
mentarse aquí el caso de cierto presentador de telediarios de A3media, que no
distingue de cuándo da noticias de cuándo opina ─siempre en contra del actual
Gobierno de España─, que publica libros en Espasa, ha sido premio primavera de
novela, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional de Valencia, y hete
aquí que todas ellas, A3media, Espasa, el premio Primavera de Novela y la
Universidad Internacional de Valencia, son propiedad del mismo grupo
empresarial: Planeta). Medios que construyen realidades alternativas, que con
la captación de una parte del poder judicial, alteran el equilibrio
constitucional, el juego democrático.
Luego están los otros
actores, los desquicies de tantos otros, las terribles redes sociales ─también ya
muy poco espontáneas─, problemas y conflictos nunca faltan. Las sociedades
humanas siempre tienden al conflicto. La tensión entre lo individual y lo
colectivo, entre el deseo y la virtud, es tan vieja como el hilo negro. Y no
hay tema menor, ni sitio pequeño. Decía un famoso antropólogo, “las vacas son
buenas para pensar”. Claro que sí, y las ovejas, y la despoblación, y los
túneles innecesarios arriesgando joyas del siglo XV y el desarrollo social de
una ciudad que no acaba de aceptarse en su condición de comunidad
necesariamente solidaria y no especulativa.
Don Julio Caro Baroja
hablaba de una compleja simultaneidad de presentes, y del desentraño de eso
tiene mucho la labor del opinador en prensa. Por ejemplo, las transiciones de
poder en las esferas locales. Medir tiempos, valorar ritmos, conocer historia,
contextos y, sobre todo, contextos. Pues esta es la apasionante realidad, y
como comprenderán, el ilusionante empeño en el que este plumilla se compromete
semanalmente.
Y así se va construyendo
la vida. Polémicamente, es inevitable, pero también consensuadamente.
Conocimiento, lectura, análisis, divulgación, consenso… Mis heterodoxos no son
cargas de derribo gratuitas, son apuntes para sumar, aportes para construir lo
que mi leal entender cree que despeja de basura y maleza el paisaje. Me tomo
muy en serio lo de escribir en público, lo de exponer mi opinión y análisis.
Poco o nada gano con ello. Como los pobres autores de teatro, pido perdón al
final de la obra por si fallé en algo. Si falté a alguien es posible que fuera
necesario y ahí no me disculpo, que normalmente arremeto contra quien desde
arriba nos pisa. Pero mi intención siempre es a favor de la gente, del grupo,
del pueblo, de la ciudad, del país.
Tengo que agradecer que
los medios de comunicación que acogen mis intervenciones, particularmente el Diario
de Burgos, sigan dándome un espacio para compartir mis análisis. Empecé
hace más de 20 años en la prensa local y con el tiempo he colaborado ya en una
docena de cabeceras de prensa y radio locales, regionales y nacionales. Y
también a la Universidad de Burgos, la institución de mi devoción y compromiso,
que sin estar en ella no podría, seguramente, hacer estas otras cosas. Estoy en
la Ubu desde su comienzo. Mi vida académica es la de la creación y asentamiento
de esta digna e importante institución científica. He podido estar en otras, en
Madrid y en América y no he querido tanto por el convencimiento de la
importancia que la Universidad tenía para el desarrollo y cambio de Burgos,
como por querer ser parte de ese impulso y mejora desde mi compromiso. Y aquí estamos, hoy con una de las mejores
universidades públicas de España, mal que les pese a más de uno.
Seguro que la mitad de
todo lo anterior era innecesario y además, inconveniente. Me quedo con la
felicidad de la compañía de quienes me leen, particularmente ahora a través de la
publicación de este libro que tan amorosamente ha publicado la editorial
Atticus, con la hermosa dignidad del pobre limpio, bien peinado con agua (qué
más quisiera yo que pasarme un peine), con los viejos zapatos lustrosos para la
ocasión, compartiendo un trabajo en el que creo y del que espero todavía
disfruten mucho. Un trabajo hecho con honestidad e ilusión, con entrega, con
una mala hostia sincera, pero insisto, limpia, sin servidumbre turbias.
Quienes abran el libro se
toparán primero que nada con mi padre. La ilusión de todo lo que hay en esto de
escribir en prensa, tiene que ver con él y a él va dedicado.
Uno escribe para aclarar,
pero, sobre todo, escribe para compartir, para que le lean, le opinen, le
discutan, para seguir vivos…
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