07/09/2025
Llegada la
media veda y con el campo infernado, sujetos como el nefando Tellado, regurgitan
su reclamo fascista de las fosas. La argucia es propalar barbaridades para
tapar sus muchos engaños e ineficiencias; para, una vez más, decretar, matonismo
mediante, olvido.
En un tiempo
de encumbramiento de la estupidez y la incultura, personajillos de este jaez mienten
en sus currículos para atribuirse falsos títulos académicos. El asunto es grave
porque, ayunos de saber real, pretenden aleccionarnos sobre economía y gestión
sin saber hacer la O con un canuto. Desde sus diplomas inventados y nula experiencia
laboral, convencen a los necios de que bajar los impuestos es lo
inteligente y correcto. Los zotes, en su orgullo zotal y tribal, asienten
mientras cavan su desgracia y la de todos.
Los impuestos
son la base de nuestra sociedad, gracias a ellos se ha conseguido el inmenso
avance que supone la democracia frente a la vieja sociedad estamental del
privilegio en la que unos pocos acaparaban todo.
Quien vota a los que prometen bajar los más que razonables impuestos españoles, no solo atenta contra nuestras bases
democráticas, se convierte en cómplice de la muerte de pacientes que esperan un
diagnóstico urgente o una atención médica vital, impide la construcción de
hospitales, favorece el aumento de las listas de espera, el cierre de centros
de salud y escuelas en el ámbito rural, anula la investigación científica, convierte
la educación en un erial, hace que la Justicia se eternice, que la vivienda
siga encareciéndose, que el medio ambiente se degrade cada vez más... El ahorro
que vota el azotado, le supondrá en lo personal una peor atención para
cualquier gestión pública (ayudas, subvenciones, permisos, licencias…) al no
contar con funcionarios suficientes, encarecerá su propia vida (adiós ahorro),
pues al privatizarse los otrora servicios públicos pierden calidad y se
encarecen, y contribuirá al desánimo y tensiones colectivas, una sociedad más
infeliz, dado que todo se vuelve frustrante.
Lo sucedido
este verano con los incendios es una dolorosa prueba de que la privatización de
cuadrillas y medios forestales ha multiplicado exponencialmente el daño. Si
usted ha votado esto, no puede quejarse, es cómplice de las muertes
ocasionadas, de la destrucción del monte y hábitat, de una cultura hasta entonces
viva o resistente, de todos los bienes y animales perdidos.
Ya vale de hacerse
el tonto. Lo del voto no es cosa de redaños, de frases huecas, de invocaciones
a realidades inexistentes (como que ETA siga existiendo). Lo del voto es cómo
queremos vivir: prevenidos, seguros, cuidados, informados, atendidos, educados…
Todo eso, y no otra cosa, son nuestros impuestos bien gestionados, que no son
un robo ni un ejercicio de mala voluntad del gobierno, son nuestra
supervivencia, la forma de hacer una mejor España.
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