12/11/24

EL PUEBLO SOLO, NO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 12/11/2024. Pagina 5. 

Estos días de zozobra, solidaridad e indignación, se oye por distintas redes la frase “solo el pueblo salva al pueblo”. La expresión acompaña a imágenes emocionantes de voluntarios limpiando el barro en Valencia. La frasecita, lamentablemente, es una muestra más de manipulación ultraderechista para tratar de desacreditar al Estado, otro acto de inaceptable amaño emocional e informativo.

Los mismos que han estado negando los efectos del cambio climático, la necesidad de invertir en ciencia y cuidado del medio ambiente, en prevención y en contar con servicios públicos adecuados, ahora nos vienen con este mantra de insuflación de identidad y espíritu colectivo con el que tapar toda la irresponsabilidad anterior. España tiene que aprender ─nos va la vida en ello─ a gestionar catástrofes, a saber que invertir en previsión no es un dispendio, sino un acto auténtico de patriotismo, de protección y defensa de todos.

El Estado es lo que somos, es lo que construimos con nuestro voto y nuestros impuestos, nuestro motivo de orgullo, solidaridad y avance. Las catástrofes son situaciones de gran complejidad, no películas de Hollywood. En cuanto suceden requieren conocimiento del medio, planificación, técnicos especializados, medios de todo tipo, maquinaria pesada y gestión de infraestructuras, movilización de fuerzas de seguridad y ejército, legislación inmediata para ayudas multisectoriales, atención psicosocial a víctimas, etc. Es comprensible que para los afectados todo retraso sea vital, toda inmediatez sea importante, toda atención sea clave. Si existe prevención, unidades de emergencia, planes de contingencia, inversión, prudencia, alertas, es más fácil… Pero siempre las cosas son más complejas, y con la afectación de infraestructuras, todo es más lento. Puerto Rico, un país acostumbrado, pero no con tantos medios, sigue todavía reconstruyéndose siete años después del paso del huracán María…

Mientras el Partido Popular anda montando cazas de brujas para tapar con humo sus propias responsabilidades, el Gobierno de España, sin liarse en discusiones, aprueba grandes ayudas ─10.600 millones de euros la semana pasada, 3.765 millones ayer─, y sin alharacas, con el desembarco de 18.000 funcionarios del Estado en Valencia, se están reconstruyendo en tiempo récord las grandes infraestructuras, los tendidos eléctricos, las redes de alcantarillado, la potabilización de aguas, los colegios, centros sanitarios… Es importante contar con voluntarios, con la solidaridad de todos, pero sobre todo con la fuerza y competencia de nuestro Estado, el de nuestros impuestos y compromisos. Eso es lo que llamamos España. El pueblo solo, no.



 

29/10/24

LOS AMIGOS DEL MIEDO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 29/10/2024. Página 5.  

Hay un cierto placer infantil en tener miedo, un cosquilleo en la parte baja del vientre: nos libra de la obligación de andar con autoexigencias y responsabilidades para diluirnos en la masa, en el grupo, para adquirir el carácter de manada o piara, de horda.

A menudo cargamos contra los de la promoción del miedo, pero poco hablamos del seguidismo que este tiene, de cómo, gregarios al fin, entramos al trapo, de cuán exitosa es esta estrategia. La narrativa del miedo es tramposa porque lo hace en lo evidente y en lo velado. Por ejemplo, MAGA. Por ejemplo, Imperio. Por ejemplo, Reconquista. Por ejemplo, Pueblo Elegido. Por ejemplo, Terrorismo. Por ejemplo, Menas. Por ejemplo, Deportaciones.

El miedo es un poderoso cemento social, máxime en tiempos de malos individualismos, o mejor, cansinos ─véase la mierda neoliberal de las microidentidades─. Durante largas épocas, los grupos humanos se han gobernado por sistemas que sobredimensionaban lo colectivo y anulaban lo particular. Las religiones hicieron un papel estupendo y con ellas las monarquías, satrapías y demás dictaduras. La lucha tenaz por emerger el sujeto, el individuo, el artista, el autor, el pensador, el ciudadano, fue larga y solo alcanzó plenitud con el liberalismo decimonónico y la conquista de libertades democráticas. Frente a esto, los que defendían ideas de rebaño, grey o masa.

Nada de lo alcanzado, ya se sabe, está asegurado. Trump, Meloni, Orbán, Putin, Le Pen, Netanyahu, Abascal ─y los feijooes que les compren el discursito─ apuestan por recortes de libertades en aras de supuestas seguridades. Leyes mordaza, de seguridad nacional, evitación de empadronamientos y acoso a migrantes, centros de detención fuera del territorio, deportaciones masivas, bombardeos selectivos, privación de auxilios a civiles...  Hay muchas formas de sentirnos seguros a fuerza de crear insolidaridad, caos y destrucción, de acabar con el Derecho Humanitario, el Derecho Internacional, de abandonar todos los principios de Justicia y proporcionalidad por las sucias maneras de la Guerra hasta protagonizar los peores genocidios...

Si por algo las elecciones norteamericanas tienen importancia es por el valor refrendador que tienen las políticas de destrucción de libertades de Trump, por el efecto emulación que tendrán entre las extremas derechas de aquí y allá. Algo nuestro también se vota el 5 de noviembre, y no es que la alternativa sea Jauja, pero lo del republicano puede ser el acabose. Si Donald Trump gana, todos nos asomaremos al abismo.



15/10/24

¿FIESTA NACIONAL?

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 15/10/2024. Página 5.

 Cuando el 22 de septiembre de 1892, don Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, se dirigía a la reina regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre del rey niño Alfonso XIII, para pedirle que declarara el 12 de octubre fiesta nacional, lo hacía a sugerencia de un círculo de empresarios por cumplirse el IV centenario del descubrimiento, y no con vocación de que se convirtiera en LA fiesta nacional. No fue hasta 1918 que la fecha comenzó a adquirir valor repetitivo en el calendario. Las diversas vicisitudes y sensibilidades del siglo fueron introduciendo connotaciones que poco contribuirían al sostenimiento de la propia idea, extrañamente nacionalizadora, caso de la raza. Unamuno trataría de salvar este término en los años veinte proponiendo entenderlo en sentido espiritual como “algo que se está haciendo siempre, que no está hecho, y si algo central hay que buscar, tenemos que decir que raza es la lengua que es sangre del espíritu”. Pero tampoco. Luego llegaría lo de Hispanidad, que, en 1935, Ramiro de Maeztu explicaría que, “así como Cristiandad es el conjunto de los pueblos cristianos, Hispanidad sería también el conjunto de los pueblos hispánicos, dando a esta palabra un sentido latino y general”. La dictadura franquista vio en esto un utilísimo elemento para su falangimperio retórico-racial y tronante.

Con la recuperación de la democracia fue un error mantener este aparato de pretensiones y sobreentendidos contaminados por tantos abusos del franquismo. El V Centenario evidenció los graves problemas que suponía la retórica colonial por mucho encuentro que se esgrimiera ante la necesaria emergencia de la voz de los pueblos originarios de América reivindicando su propia versión de la Historia. Buscar nuestra afirmación nacional sobre la aceptación de dominios ultramarinos ajenos ─hallados fortuitamente─ no parece lo más sensato en orden a cumplir con el propósito. Una fiesta nacional ha de producir referentes emocionales con fundamento para la comunidad de integrantes. Siendo nuestro estado-nación, como el de todos nuestros convecinos, un desarrollo de la Ilustración, la Revolución y el liberalismo, cuajado durante el siglo XIX, habría tenido mucho más sentido pensar en el arranque del proceso de conquista de los derechos ciudadanos, y fijarse en la proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812, eligiendo el 19 de marzo como primera fecha patria.

Perseverar en el error, no nos va a ayudar (a uno y otro lado del charco).

 



1/10/24

La ira de dios

Ignacio Fernández de Mata
Diario de Burgos, 01/10/2024. Página 5. 

Israel, posiblemente un gran error histórico, por más injustificable holocausto que nos pongan ante nuestros ojos, se ha revelado como una inmensa vergüenza moral para el mundo.

Frente a la ficción de ser una pretendía democracia entre lobos, el estado judío ─jurídicamente de naturaleza religiosa─ ha optado por una guerra de exterminio, por arrogarse el derecho a pisar cualquier principio de moralidad y de derecho internacional, anteponiendo su propio derecho divino, su lectura sagrada de la promesa de su dios, para acabar con miles de vidas inocentes más allá de cualquier razón, lógica o amenaza.

El genocidio emprendido por el primer ministro Benjamín Netanyahu contra la población palestina muestra un país-monstruo insensible al dolor de una población arrasada, a un territorio devastado hasta la raíz. Hemos visto como bombardeaban las ciudades, los hospitales y escuelas, como la población huía sin posibilidad de refugio, como todo espacio y rincón era cruelmente tratado como supuesto almacén de armas. Nada queda en Gaza. Más de 41.600 palestinos muertos, 96.359 heridos. Miles siguen desaparecidos bajo los escombros… Sí, hubo un ataque terrorista hace un año de Hamás. Murieron 1.200 personas y más de dos centenares fueron secuestradas. Terrible. Nadie lo justifica. Pero el exterminio israelí aún no ha parado. Han seguido en Cisjordania. Ahora en Líbano…

¿Qué diferencia a Israel de los estados fundamentalistas y teocráticos vecinos, de las milicias con llamados divinos, aferrados a lecturas rigoristas de sus libros sagrados, con pretensiones de mandatos sagrados, tierras y tumbas proféticas, con territorios por los que holló el profeta, el patriarca o no sé qué rey?

De entre los rollos en hebreo antiguo emerge en tufaradas sucias un dios tribal cansado, viejo, insaciable, un dios amargo de hiel y humillaciones, cibernético, cruel, frío, viperino, hipertecnológico, inmoral, tumoral, amoral, el sumo mal, Yahveh-Elohim. Susurra aliento a las mesnadas de fanáticos colonos cada vez que emprenden sus valientes acciones baden-powellianas privando de agua, talando los olivos y/o salando los campos de los palestinos, cada vez que ocupan y expulsan hogares descalzándose, orinando, excretando sobre las resoluciones de Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

Ante nuestros ojos, el ejército más poderoso de Oriente Próximo ha exterminado a unos inocentes en su tierra, por existir, por aspirar a sus derechos. A su frente, el Primer Ministro y fiel creyente, Benjamín Netanyahu, acusado ante la Corte Penal Internacional de Crímenes de Guerra y Crímenes contra la Humanidad.

 



17/9/24

BURG DU FOU

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 17/09/2024. Página 5. 

 La ciudad pequeña se despereza después de los meses de suspensión, de invasión terraceril y serpientes varias, algunas ambiguas, pero siempre hosteleras. Sigue la confusión sobre qué somos ─y se reduce la duda de para quién se gobierna─: ¿la sombra de un tipo barbado a caballo?, ¿un barrio de pinchos y tapas?, ¿una herencia dictatorial de polígonos? La mala conciencia oclusa las digestiones, y se hernian. El pasado negado pasa factura al guardar en los desvanes las cosas como secretos sucios… Se juega a negar el ser y a afirmar el continuo. Entiéndase, el pasado, pero qué pasado: el pseudomedieval, el iliberal, el conservador de toda la vida, el facha, el de la vergüenza…

Qué debemos ser y preservar, qué arrumbar. Por ejemplo, la Universidad, que es el futuro. Por ejemplo, la Fernán González… La medievalización del pasado es un proyecto de control, pero no del pasado, sino del presente. El escogimiento de las élites de Burgos de un sesgo medieval no es un asunto ornamental, nada tiene que ver con lo patrimonial, sino con preservar el poder para sí. Todo se vuelve constante: la ciudad pequeña es de cogollo e ilustresía, de corte y cacicazgo, de dejar tirados a los comuneros, de mercaderes, piratas y especulación. Bueno, sí, medievo.

Estos días andan unos fondos machadianos mostrando su esplendor. A nadie parece importarle que sean fruto de la extorsión y la vergüenza, y que no estén en la RAE. Manuel Machado, el poeta bon vivant que no pudo irse de Burgos el 18 de julio de 1936, denunciado por el crítico de ABC Mariano Daranas, hizo in extremis ajuntamiento al tercio de la muerte con loas a los sublevados ─que ya le enfilaban─, mientras Antonio, su hermano del alma, defendía a la República. Pero aquí no se puede hablar de la Memoria Democrática, solo de Petain en el Rolls-Royce entre los regulares a caballo, presentando credenciales a Franco (1938). Otra vez, qué bonito es Barakaldo.

La ciudad pequeña guarda un subsuelo de grandes ocultaciones, entre ellas una inmensa bolsa de gas metano que ya quisiera Repsol ─el amigo de Venezuela─, que a lo mejor la pinchan mansamente con el subcidiano y volamos todos… Que nadie se asuste, todo seguirá igual. El mando, sujeto. En orden. Lo de siempre. Tal vez con un parking en altura más, atufando un cole, pero con decoración cidiana, cristina o porcel.



23/7/24

¿PAÍS?

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 23/07/2024. Página 5. 

Una de las idioteces generales practicadas por la mayoría hoy es creernos un país. Lo mismo da este que el otro, Francia, que España, Portugal, que Marruecos.

Por redes corre un antiguo y divertido sketch del cómico británico Eddie Izzard que cuenta en un fingido diálogo cómo Gran Bretaña se hizo un imperio: robando países. “I claim India for Britain”. “You can’t claim as we live in five hundred million of us”. “Do you have a flag? Y todo el mundo rompe a reír. La clave del asunto: un país existe si tiene bandera, el símbolo, pero, sobre todo, como diría una pitonisa de la tele, si, a través del símbolo, se lo creen sus nacionales.

¿Pero qué es un país? ¿Votarían Uds. para elegir a quiénes forman parte o no de su país? ¿Para qué queremos un país?

Estas son preguntas fundamentales. En primer lugar, porque los países los inventamos los humanos en función de factores históricos o lingüísticos o económicos o geográficos o todos ellos entremezclados. En general, las razones que la gente repite suelen ser mentira ─mitos─. Los países actuales son muy modernos, pueden haber nacido por vocación o por descarte, pero siempre disfrazando su historia. La cosa está en saber para qué desean existir, cuál es la razón, la necesidad de su ser… Para mí, todo se reduce a dos preguntas: ¿para joder ─quien dice joder dice oprimir, explotar o exterminar─ a quien no piense como cierta ideología dominante religiosa, política, clasista, sexista, racista? ¿O para crear una comunidad de mínimos democráticos ─respeto, tolerancia, educación, convivencia─ y máximas oportunidades para todo el mundo? Si no compartimos un compromiso de mínimos, todo se vuelve irrespirable. No es un país, es un avispero al borde de su implosión.

¿Para qué quiere, por ejemplo, la derecha, España? ¿Para qué la quiere Vox? ¿Qué piensa el votante aguerrido cuando Abascal da la orden de abandonar los gobiernos regionales y ve las caras apesadumbradas de los propios vicepresidentes y consejeros que no dan crédito? ¿Por qué le importa más a Abascal Orban o Trump o Putin y votar en contra del Partido Popular Europeo en Bruselas que legislar en Valladolid o en Valencia? ¿Su lealtad dónde está, con quién está? ¿Y la del PP, emponzoñando la Justicia, haciendo suyo un radicalismo antimigratorio mientras gobierna autonomías de ancianos? ¿Votaría para expulsarnos a quienes no les votamos?

 

9/7/24

FRANCIA INDIGESTA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS. 09/07/2024. Página 5.

 Los resultados de las elecciones galas han mostrado que tanto Francia, como la propia Europa, están aún vivas y con conciencia de representar un proyecto político democrático, tolerante, integrador. Todo el continente respiró aliviado el domingo noche cuando supo que la extrema derecha había sido derrotada, que la izquierda era la ganadora de las elecciones.

Algunas conclusiones con relación a nuestro país: en primer lugar, que la derecha española está jugando de manera absolutamente irresponsable. Macron entendió que el auge de Le Pen suponía la voladura de la V República. Actuó como Pedro Sánchez: convocó elecciones tras los preocupantes resultados de las europeas. En Francia, la derecha clásica, gaullista, ha tenido claro que no podía aliarse con la extrema derecha, que esta era una unión contra natura en lo que supone filiarse con quienes tienen raíz antidemocrática. El cordón sanitario o republicano de la segunda vuelta ha sido un ejercicio de decencia y responsabilidad democrática. Eso sí es patriotismo. Ahora tendrán que encarar otros problemas de gobernabilidad y cohabitación, pero la institucionalidad, el respeto constitucional, los valores de Igualdad, Libertad y Fraternidad han sido preservados por encima de quienes quieren un insolidario neoliberalismo salvaje.

¿Y Feijóo, a qué juega en España? ¿Quién puede entender sus declaraciones tras los resultados franceses, como si él no gobernara con la ultraderecha? ¿Indigestión o está más gagá que Biden? Francia quiere para sí un modelo a la española, un gobierno de concertación progresista, parlamentario, que rompa la dinámica presidencialista ─poco fiable─ de Macron. Sin embargo, el PP, que podría participar de esa gobernabilidad, juega al boicot permanente del sistema ─esta semana, ese agitador asacristanado, Miguel Tellado, se ha cargado el acuerdo para renovar la Junta Electoral acordado por Cuca Gamarra y el ministro Bolaños─. El PP, que sigue sin aclararse de su relación con el franquismo, ha optado por radicalizarse, por confundirse con propaladores de bulos impresentables, de persecuciones indignas, de un fango que les va a devorar. ¿Con qué cara va a explicar que el instigador racista Alvise le convoque, junto con Abascal, como si hubiera sucedido un cataclismo al perder Le Pen? El PP, lamentablemente, se ha convertido en un palmero de la ultraderecha, en un blanqueador de racistas. Tal vez en eso mismo…

El Nuevo Frente Popular ha mostrado el camino para la izquierda. Como también el nuevo coordinador de IU. Conciencia, inteligencia y activación. Sobre todo, compromiso. Veremos.

 


25/6/24

MILEI-BELORADO CONECTION

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 25/06/2024. Página 5.

 Desde hace algunos decenios, tanto la Iglesia como el mundo político conservador se han entregado a una radicalización sin control que han creído necesaria para enfrentar una posmodernidad que se les volvía incomprensible e inhóspita. Como resultado, la Iglesia ha entregado los seminarios y centros de formación a corrientes fanatizadas, movimientos, organizaciones y prelaturas con claros comportamientos sectarios, que han acabado configurando un mundo alternativo, exaltado y dogmático. Esos bloques de choque han, finalmente, conquistado los lenguajes y medios de esa posmodernidad hostil, las redes sociales. En su actuar proselitista, se presentan como opciones de fundamentación carismática ─desintelectualizadas─, que reclaman en unos casos una vuelta a un tipo de misticismo naif, en otros un retorno al barroquismo preconciliar. El efecto final de todo ello es la negación de la Iglesia contemporánea en lo que tenga de ejercicio conciliatorio con el mundo, con la negociación exasperante con los pobres, con la asunción de la pederastia, con la realidad necesitada de transacción y tolerancia. Quieren un fundamentalismo guerrero. En unos casos con rock cristiano, en otros con ropajes decimonónicos. Pero belicista. Su reacción, finalmente, no es solo contra el mundo, sino contra la propia Institución. Desde su fachosfera, estos santos soldados penetran hasta en las clausuras más remotas pidiendo acabar a cañonazos y con piras de fuego con todo aquel que se muestre débil, progre, conciliador… Belorado.

La derecha europea, rama laica, que no autónoma, de lo arriba expresado, se ha apuntado a la misma cruzada. Si en EE.UU. el Tea Party supuso el comienzo de la voladura del partido Republicano, que acabó por rematar Donald Trump, los conservadores europeos están aplicándose el mismo harakiri al aceptar como socios a la extrema derecha. La necia actitud comprensiva, de naturalización de la ultraderecha ─Le Pen, Meloni, etc.─ está reduciendo a cenizas al conservadurismo otrora moderado e institucionalista, que no tiene ni las herramientas ni el lenguaje para hacerse con los rebaños de internautas y blogosféricos, esas masas de lerdos infotoxicados, prontos a la alteración y activación emocional por medio de videos de tik-tok. La terrible deslealtad de Isabel Díaz Ayuso hacia su líder y partido con el encumbramiento del sociópata y antidemocrático Javier Milei es clamorosa. En esta huida ególatra e irresponsable de la iliberal Ayuso, se está fraguando la voladura del PP. Si en Génova no ven el cisma, más que ciegos, están perdidos.

 

14/6/24

(LAUDATIO DE LA) CEREMONIA DE DOCTORADO HONORIS CAUSA DE D. JOAN MANUEL SERRAT I TERESA

Universidad de Burgos. 13 de junio de 2024, 12:00 h.

Joan Manuel Serrat con su padrino, Ignacio Fernández de Mata
Foto: Olena Cherkun (Ubu)





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                                                        Foto: Olena Cherkun (Ubu)



11/6/24

SE ACABÓ, SÍ...

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 11/06/2024. Página 5.

Europa se desdibuja como espacio de pensamiento cívico, de construcción política sensata, para dar paso al nuevo histerismo extremista. La contemplación de los resultados de este domingo mueve al puro desánimo. ¿Qué han votado los ciudadanos? ¿Vídeos estúpidos, la mayoría manipulados, con mensajes vergonzosos, con medias verdades o mentiras crasas? ¿Cómo es posible que los siglos de lucha contra la intolerancia eclesiástica, contra el absolutismo regio en demanda y lucha por la libertad de pensamiento, de expresión, por el voto de hombres y mujeres, haya dado paso a esta espectacular mierda, a esta pléyade de necedades?

Dirán que me pongo estupendo, pero, ¿cómo calificar a estos partidos que se mueven en realidades paralelas, que usan falsas imágenes, datos inventados para provocar reacciones viscerales, odios, inquinas, rechazos…? Evidentemente, esto brota cuando tenemos una sociedad preparada para este modelo de comunicación política, un proyecto en el que los partidos son, más que nunca, elementos tentaculares de corporaciones industriales que aglutinan los sectores de comunicación, sanidad, educación, ocio, consumo, energía y financiero. La conquista del Estado se produce a través de la desactivación del ciudadano, antaño un sujeto sociable, con su mundo de relaciones físicas, hoy un pobre diablo enganchado al móvil, con sus clicks intrascendentes, para el que chatear es su máxima expresión de una vida social… Un triste despojo al que le suena bien eso de “se acabó la fiesta” que le cuenta un engañabobos sin explicarle quién financia esas patrañas ni para qué. Así se conquista el Estado. Rotas las solidaridades y el activismo, es el momento de que la sanidad se privatice para amigos como Quirón; la educación privada crezca subvencionada y se aprueben sus cacauniversidades (como Planeta y otras mucho peores); que se entreguen nuestras calles a ese ocio hostelero y corporativo que lo explota para su beneficio, nunca el del ciudadano; ese consumo que lleva a privatizar, inexplicablemente, bienes básicos como el agua, siempre encareciéndola; o la energía, que amén de cara se despreocupa del deterioro medioambiental…

En fin, que no es cosa de ponerse ludita, o sí, pero asumamos que el aplauso acrítico de la tecnología traía una deshumanización ideológica, idiotizadora. El tonto medio pasa a imbécil, el tradicional, a cretino superior. Europa se asfixia a sí misma, y un montón de ingenieros preclaros aplauden el resultado.

    La Socialdemocracia, no sabe si aguanta o se desfonda. La Izquierda, mientras, haciendo el gilipollas. 



3/6/24

LA SEÑORA DEL JEFE. JULIO PÉREZ CELADA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
01/06/2024. Salón Rojo, Teatro Principal.

Buenas tardes, señoras y señores:

Hágase notar la circunstancia primera de nuestro vivir y estar: la ciudad pequeña. O sea, el espacio breve, alicorto, mediocre, emputecido. El suelo bendito. Quiere, desde antiguo, el burgués distinguirse del rústico, y elabora argumentos sin cuento para que se note un no sé qué de distinción, que parece que nos tira más eso de levantar morro y hocico con petulancia, que otros regocijos menores y de fisiológico acomodo. Lo hace hacia afuera, y aún es peor, hacia dentro. Querrá el regidor, el corregidor y el obispo, el mercader y el canónigo, el escribano y el fiel de fechos, el industrial y el comerciante, el maestro y el pasante ser un poco más que algún desgraciado de más abajo, que el siervo, obrero, la criada, el jornalero, la lavandera, la puta, el indigente, el borrachín sin techo. Así se hacen desde antiguo las ciudades, cerradas con sus muros conteniendo templos e infecciones, tabernas e inclusas, algunas industrias, molinos, batanes, curtidurías, imprentas, librerías, burdeles y universidades, carnicerías, tahonas, casonas y blasones, estandartes y apellidos, con las pobres hijas bobas y almidonadas que se sortean en enlaces cada generación para sostén de la microprosapia de quienes juegan a ser señores de la plaza. Un lugar cualquiera del mundo. Digamos, Insigne grandeza, o Tierra sagrada.

Quiere la Fortuna que en este Salón Rojo del viejo cogollo urbano, donde la más rancia y conservadora sociedad burgense se refugiaba de todo aquello que le parecía chusma de ruanos de vinos de mil padres, incluso de todo cotizante que tuviera sociedad o casino con fritura y periódico engrillado, que se presente una novela que tiene ese ¡ay! de escándalo decimonónico y de murmullo de confesionario nacionalcatólico ahora que, justamente tras mayo, vuelven las excomuniones.

El escribidor, escribiente, autor, quién sabe si protagonista soñado, es D. Julio Pérez Celada, Profesor Titular de Historia Medieval, de la Universidad de Burgos, gran conocedor de los dominios monásticos bajomedievales y de aquellos culebreantes cluniacenses, que lo mismo ponían patas arriba un reino, que impulsaban la peregrinación hacia la tumba de un heresiarca, asumían el control de las fronteras con el Islam o reformaban la explotación agrícola del momento.

El profesor Pérez Celada cumple con el estereotipo de escritor a la romántica manera, que ya cansan los happyflowers y abraza-nogales. Vistiéndose por los pies, se ha envuelto en humos y espirituosidades absénticas como corresponde a un hijo de Poe, o de Lovecraft, pero también de Mallarmé y Gil de Biedma. Pérez Celada es un individuo cetrino y desajustado a su tiempo, no en vano discípulo de D. Julio Valdeón. Seco como olmo grafioso, de afectos tasados, un mirar desangelado y una mala hostia puntualmente restallante, son éstas virtudes que le adornan, amén poseer una benigna maldad de pensamiento que es muy apreciada entre los escasos colegas que trata. No rehúye el noble arte del despiece o desmembramiento del necio, el descoyuntamiento del trepa, del inmerecido, del lameculos y obsequioso, del huelebraguetas y presidente floridopensíl. Así se gana un hombre, y se pierde un emboscado, lo que viene siendo un royalacademista. Este carácter suyo austero, poco dado a la frivolidad, certero, de reflexión peripatética, junto con su quehacer medieval podrían llevar al ignorante a imaginarle embutido en un hábito monacal, de no ser porque, como a tantos dedicados al noble arte de la cocción intelectual, sus ideas y proclamas le presumen condenado, posiblemente enlistado en oscuros recetarios donde aparecen los apartados, los exclaustrados, los que frecuentan lecturas prohibidas de autores del Índice, de enemigos confesos de la única religión verdadera. Sus intervenciones académicas, envueltas en la voz calma de un profesor engañosamente benévolo, hipotenso, suelen ser joyas de inteligencia, cultismos que para sí quisiera D. Luis de Góngora, finas ironías que le malquistarían con el más revoltoso luciferino.

Ha practicado el verso, que dicho así pareciera que estuvo en la cueva con Onán. Pero lo que a nosotros importa ahora es que tales ejercicios le han supuesto un entrenamiento en la orfebrería previa, y en una concisión distinta. Narrar, él lo señalará, le ha exigido una energía nueva en el escribir, en la manera de contar. No es, pues, a pesar de estar ante su primera novela, un autor estrictamente nuevo ─por ahí andan sus varios libros de Historia y poesía, sus numerosos artículos académicos─, pero sí es una voz en estreno, y un concepto de obra original.

 

 La señora del jefe es una novela encantadora, de hechuras clásicas, con entrada y salida en el espacio y en el tiempo de su desenvolvimiento, por lo tanto, de concepción circular. Pero la forma pronto es violentada por el fondo, que cambia el registro para avanzar hacia la sorpresa y el desajuste, un volcán interior.

Los múltiples sucesos y personajes se encuentran en un territorio, la ciudad pequeña, esa que ha unido su suerte a la de la dictadura y con ello a una absurda pretensión de no-tiempo y ausencia de novedad. Pero Cronos no perdona. De hecho, La señora del jefe acaba resultando una obra de empeño unamuniano, una nivola, pues a pesar de lo que Pérez Celada cree, su obra lucha contra su propia concepción de círculo maldito, de inmovilismo con un antihéroe, que finalmente, consigue negar la maldición de agua mansa.

Felipe y Reinaldo, los dos amigos que salen de ese vivero de formación de príncipes que es el colegio de los jesuitas, son, a su vez, los vehículos de conocimiento de dos mundos diferentes, de estratos en tenaz jerarquía que nos van mostrando el orden social y sus posibilidades, sus proyecciones. A través de Reinaldo irrumpe el novedoso mundo de la universidad, recién llegada a la ciudad pequeña como campus periférico. Los aires universitarios suponen novedades, conciliábulos, espacios de alta política-ficción. También un tipo de ocio y de modales, de conexión con el resto del nódulo antifranquista estudiantil. Los universitarios locales son un pedo al lado de los viejos luchadores, los supervivientes derrotados de la Guerra. ¿Y cómo encajar todas las piezas de partidos y colores provocadores PRT, ORT, PCPE, PCE, LCR, PSP, PSOE…? La izquierda era infinita en sus grupúsculos y propuestas, en su cainismo. A pesar de los inevitables desastres electorales que se preveían, aquel era un tiempo de claros anhelos de cambio. Y de choques entre la realidad y el deseo.

Felipe, el verdadero protagonista, es un muchacho lacónico. Nada en él parece prever un mínimo de gloria. Su historia personal tiene las hechuras del mito, los mimbres del origen mixto y bastardo del elegido. Pero ahí interviene el autor con crueldad. La necesidad de Felipe de afirmarse ante el desprecio de su familia y entorno no le permitirá ser héroe más que ante los ojos del lector cómplice. Su forma de actuar, en ocasiones primaria, sin objetivos claros, hacen de él un inconformista sin causa. Esta falta de motivación vital le pasean por la novela como un mecánico personaje de Joyce, casi como un pasota, lo que abriría la posibilidad de que esta, en vez de haberse intitulado “de la transición” pudiera haberlo hecho como “novela de punkie”. Al menos hasta que aparece la señora del jefe.

Felipe es el conector de espacios, de su mano conocemos los ámbitos de Reinaldo, los familiares, los universitarios y los grupúsculos políticos. Y los suyos propios. Como antihéroe, suspende su tiempo juvenil, de esperable formación universitaria, como correspondía a un hijo de eso que llaman ahora clase aspiracional, para volverse trabajador manual en una imprenta, lo que le asoma a un mundo de seres a medio terminar, con maldades adaptativas, con el hijoputismo como principal recurso de supervivencia. Entre esos prójimos competitivos en infelicidad, Felipe encontrará algo más que un asidero, una razón de aguante y resistencia en medio de la mayor nada: una jefa esplendorosa, lúbrica, desasosegante, una mujer que entablará consigo misma su propia lucha, y que responde a la maravilla nominativa de Milagros.

La ciudad actúa como tercer gran personaje rabelaisiano. Por sus calles, torres, tiendecillas, escaleras, bares, rincones y plazas desfilan personajes y ambientes que no precisan extensos párrafos. Son un abanico de anónimos que conforman el tapiz urbano. Alguno abre repentinamente la gabardina y muestra sus maravillas, una historia inesperada. Pocos son lo que se espera. Abundan las gentes excretables, miserables faltos de humanidad, de empatía, sujetos lisiados en sus afectos, que han crecido sobre la explotación ajena, listos para hacer el mal. Nacionalcatólicos de sucia catadura. Lo mejor de cada casa.

Toda la novela idea un tiempo en fuga. Todo está en un equilibrio inestable. Arranca con la agonía y muerte de una dictadura particularmente insana que, como todo régimen de vocación totalitaria, se quiere eterno, sobre bases inmarcesibles, no en vano se han impuesto a punta de fusil. Sin embargo, la muerte del viejo general señala el ocaso del tiempo prebendario. Es un tiempo de salida.

La Transición, como los mitos, es un tiempo fuera del tiempo. Y es un tiempo generacional. Su propia denominación indica su carácter de conexión transformadora, de periodo de alivio entre un luto y un renacer con apellidos y documentación. La transición es una juventud que parece haber quedado a medio digerir para la Historia, pero, ante todo, es un puro tiempo de mocedad, tiempo propio de confusiones, de brotes y atracones, de probanza, de rapto, de excesos, de berrea…

Uno de los grandes placeres de La señora del jefe es, justamente, ver cómo, a medida que avanza una historia que nadie intuía, una historia de imposible previsión en la lectura de sus primeros capítulos, la trama en torno al deseo, el sexo y el desastre se van tejiendo con un encadenamiento que arrastra al lector a una lectura voraz, en la que irrumpe el humor descarnado y el toque sicalíptico que demanda continuar febrilmente con la lectura para saber más de las agitaciones de Felipe, de las maldades de Sérvula y Servanda, de las aflicciones de doña Milagros. Doña Milagros… Ha nacido un mito erótico. Una rotundidad castellana. Un sueño para manoplistas del que no puedo decir nada, pues a la novela me remito y habrán de acudir a ella.

 Muchas gracias



[Fotografía: Tomás Alonso. Fuente: https://www.elcorreodeburgos.com/cultura/240531/196981/novela-gamberra-politica-erotica-sobre-transicion-espanola.html ]

28/5/24

SÍ AL ESTADO PALESTINO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 28/05/2024. Página 5.

El estado de Israel se ha convertido en una vergüenza para el mundo, en el epítome del Mal. Nada, ni el más vil ataque que haya hecho Hamás justifica el exterminio genocida que Israel está practicando sobre el pueblo Palestino.

La historia del conflicto palestino-israelí no es sencilla en cuanto a las sumas de sufrimientos que se solapan ─migraciones de quienes huían de pogromos y persecuciones en sus estados originarios, más tarde de la propia Solución final nazi─, entremezcladas con sueños de fundamentación nacionalista ─el sionismo─, que les conducen a un territorio-sueño sobre el que no tenían derecho alguno, no más, desde luego, que aquellos que llevaban siglos, generación tras generación viviendo allí. Luego, las guerras con los estados vecinos, la ocupación de territorios, el incumplimiento de las resoluciones de la ONU, la subalternización y explotación, la violencia terrorista, el apartheid… Una larga historia llena de privaciones, campos de refugiados, pobreza, ausencia de horizontes, extorsión, hambre, enfermedades, robo de la tierra, a un lado; ultradesarrollo, hiperconsumismo, comodidades, bienestar, alta tecnología y total compadreo con el primer mundo, del otro.

El actual gobierno israelí, con su primer ministro a la cabeza, ha decidido que es el momento del exterminio. Los brutales atentados de Hamás han dado paso a una respuesta bélica que conlleva una voluntad genocida. Los ataques del ejército israelí contra la población palestina han supuesto el arrasamiento de hospitales, escuelas, campos de refugiados, la aniquilación de las infraestructuras para volverlo todo inhabitable. No han dejado nada. Apenas han permitido el paso de alguna ayuda humanitaria; destruyen las cargas de los camiones con alimentos, con medicinas. Nada que permita la vida.

Israel no es una democracia, sino una teocracia envalentonada que esgrime un derecho divino y se dice pueblo elegido. El resto, exterminable. Como muestran los soldados y colonos en sus vídeos, las víctimas, los palestinos, son risibles, humillables, goyim. Las manifestaciones de sus dirigentes amenazando a España por querer reconocer el Estado Palestino, con invocaciones a la Inquisición, muestran qué tipo de exaltación fanático-religiosa y doble moral opera en sus mentes para legitimar su violencia de hoy...

No es más que un gesto, pero en estos tiempos de miserables liberticidas, de líderes conservadores blanqueando vilmente el fascismo mussoliniano, de tanta bajeza moral y mediocridad, pocas cosas podemos hacer más dignas y moralmente más necesarias que reconocer el Estado Palestino como solidaridad con su pueblo inocente. 

 

17/5/24

DESPERTANDO A LA VIDA... EN RECUERDO DE JUAN JOSÉ MOLINERO, MOLI.

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
16/025/2024. Refectorio de la Universidad de Burgos.

Mi intervención aquí hoy se debe más a la conocida generosidad de Inés que a ninguna razón de peso esgrimible, fuera del afecto y respeto que tributo a la memoria de quien fuera mi profesor. Durante años, Inés ha sido responsable de un invisible hilo de saludos y recuerdos entre dos personas que, una vez terminadas las clases, nunca más se volvieron a ver.

 

 Juan José Molinero Martínez fue mi profesor de Historia de la Filosofía en el curso 1986/1987. En puridad, una estela fugaz en la vida de un estudiante de Historias, como decíamos entonces.

De primeras, para los estudiantes, él era “el filósofo”, lo que para los de la bancada popular se ajustaba a su mirar pausado y clemente, a su mano tan temblorosa como solían ser sus frases mientras mesaba las barbas, sosteniendo con la otra un cigarrillo ─que entonces en clase se fumaba─. Así empezó el curso, 2º de carrera, que era cuando uno se sacudía la mugre bachilleril ─en mi caso, postjesuítica─, y, con suerte, empezaba a mojar… Moli se acomodaba a nuestra demanda de mundo y aliento. Un tipo que parecía caminar del brazo de Georges Brassens y Paco Ibáñez, y que Moustaki le hubiera prestado la trenca. Un sujeto de un primer pasar sordo que, junto a la frescura insolente de Inés, la apostura colonial de personaje de Agatha Christie de Ángel Esparza, los amaneramientos de Hermida vaticano de Luis Martínez, de incomprendido Champollion bien macerado de Adriano Gutiérrez, o de la minuciosa curiosidad pretecnológica de Federico Sanz, ya entonces padre de la patria, hicieron otro el tiempo y nuestra vida en el CUI de Burgos.

1987 fue un hito más en la historia de las huelgas universitarias españolas (como 1913, 1915, 1949, 1965, 1968, 1969, 1972, 1976, 1977… ¡cómo nos gusta el autoerotismo a los universitarios!). Pero, seamos justos, 1987 vino precedido por un 1986 que fue el de las huelgas salvajes en las enseñanzas medias, con el asentamiento de las bases de la malhadada modernidad pedagógica pre-Logse.

En aquel año de segunda legislatura socialista, los estudiantes tomaron las calles, también los profesores, y gritaron, corrieron y recibieron sus buenos palos de los grises tornados ya maderos. Allí surgió un mito triste, un punkie, casi un detritus del sistema, que ni siquiera era estudiante pero que se sumó a las manifas con aire ludita destrozando el mobiliario urbano que poblaba el Madrid postdictadura: el Cojo Manteca.

1987 fue el año de la Universidad. José María Maravall, ministro de aquel ramo, entonces Educación y Ciencia, con su segundo, un tal Alfredo Pérez Rubalcaba como Secretario de Estado, trataron de imponer unas reformas que dejaban los planes de estudios de Letras, concretamente los de Filología e Historia, en ruinas. Los títulos quedarían mermados en una reducción tipo salsa Perrins, con fuerte disminución de sus especializaciones. De rondón se sumaron a las reivindicaciones el problema de las tasas, el que se arrastraba de los últimos PNNs y de los interinos, y la petición de derogación de la LRU. Pero el meollo de la huelga eran la reforma de los planes de estudio. Por entonces ya se oía algo de unas nuevas titulaciones difusas, de maneras anglosajonizadas, por llegar, ─no eran un bulo, seis años después nos colocaron graciosamente aquel engendro de Licenciatura en Humanidades que se comió los títulos de Filosofía y Letras y que tanto costó desfacer─.

Como diría un buen irlandés, en Burgos hicimos nuestra parte. Y lo hicimos bien. En cuanto conocimos los borradores de los planes de estudio, los estudiantes de Historia y Filologías nos movilizamos y fuimos a la Huelga. A la huelga total.

Nuestra purísima ciudad aguantó la respiración. Las fuerzas vivas siempre miraron con desconfianza al archipiélago universitario, que por supuesto entendían rojo sanguíneo tirando a moscovita… La Caput Castellae encogió el tipo. Se le retrajo aún más la incircundada pinga. Vamos, que apretó el culo. ¿Íbamos a romper marquesinas, a quemar autobuses, a levantar barricadas? ¿Corrían riesgo los adoquines de las Huelgas?

Con el arranque del año hasta finales de abril, el CUI se convirtió en un centro de reflexión y lucha que hizo correr ríos de tinta a la prensa local…, sin poder echarnos en cara nada. Nuestras manifestaciones, que no podían ser masivas, se caracterizaron por ser un modelo de civismo, pero también de provocación. El Colegio Universitario se convirtió en nuestra fortaleza, en la que mantuvimos una huelga activa, llena de reflexiones, asambleas, debates…  Cada mañana paríamos ardorosamente el mundo, y cada tarde lo enterrábamos con profunda solemnidad. Discutíamos con el mismo arrojo que, si en vez de ser el campus relegado de la Universidad de Valladolid, aquello fuera la capital del reino, qué digo, fuera París, Berkeley o Bolonia. Y no estábamos solos, participaron habitualmente los profesores más jóvenes, los más preclaros o concernidos, quienes tenían sentido histórico e institucional de lo que vivíamos. Moli, estaba.  Fue en aquel trato nuevo y confuso, para él rescoldo y eco de otras luchas de veinte años atrás, que me pidió que le apeara del Ud. con que yo me dirigía a los profesores y le llamara así, Moli.

Nos encerramos. He de decir que sin tumultos ni sobresaltos orgiásticos. Tomamos la parte de dirección, único espacio con suelo de madera, lo que sin volverlo de especial amabilidad, hacía menos penitencia dormir con los sacos. Fue sorpresa, y no lo fue tanta, ver aparecer bien temprano varias mañanas, churros y chocolate en ristre, a quienes no siendo asiduos a los debates, sí mostraron honda preocupación por el despertar de las chicas de Filología: Nicolás Castrillo y José Luis Moreno…

Una tarde, un par de policías nacionales aparecieron en casa buscándome. A mi madre le dio un soponcio. Me llevaron directamente al despacho del comisario jefe. Sin compunción, pero con cierto acojono, entré en aquella oficina, que si en ese momento me pinchan, no sangro. Extrañamente, el comisario parecía tan nervioso como yo. Tras un par de rodeos, acabó felicitándome por cómo estábamos llevando a cabo las protestas. Me confesó que su hija estudiaba Filología en el CUI y que, personalmente, estaba de acuerdo con nuestras reivindicaciones. Cuando se lo conté a Moli esa tarde, dijo, “pues ya podía el muy cabrón habértelo dicho por teléfono en vez de hacerte llevar a la comisaría…”.

En enero de aquel 1987, Moli había conseguido que se desatascara un proyecto especialmente querido: un ciclo de conferencias sobre la crisis de la Universidad, de la mano de algunos de los filósofos más importantes del país. Problemas económicos, nada infrecuentes en nuestro periférico campus, habían ido retrasando su celebración que, finalmente, pudo comenzar a últimos de mes.

Sin comerlo ni beberlo, el ciclo pasó de ser un notable acto académico más, a convertirse en uno de esos raros momentos que quedan marcados a fuego en el recuerdo.

El programa tenía unos intervinientes para quitar el hipo. Arrancó el 30 de enero con Agustín García Calvo, que apareció aquel viernes sonriente, con su aire de cantante folk californiano, para hablar “De las relaciones entre saber y poder”. Justamente, con el nuevo mes, fue que se desató la susodicha huelga con toda su parafernalia de actividades, encierros, manifas, asambleas y demás comensalidad goliarda.

Cómo no, Moli quedó en permanente entusiasmo y zozobra por lo que hacíamos y por lo que él tenía entre manos. Porque, si estábamos en aquellas…, ¿quién iba a ir a las conferencias? Aquellos eran tiempos gloriosos en que los estudiantes asistíamos con devoción a los actos culturales. Para colmo, el programa fue sufriendo cambios. Hubo conferenciantes que fallaron, por ejemplo, en el primer plantel estaba previsto que interviniera Francisco Fernández Buey, que luego no vino y en su lugar lo hizo Carlos París. Otros cambiaron la fecha asignada…

No sé muy bien por qué, yo había acabado al frente de la huelga ─de ahí la visita de la policía─.  Aprendí a dirigirme a una asamblea, a plantear los términos de nuestras discusiones y negociaciones, a hacer aprobar acuerdos, también a deshacerlos y a rehacerlos. Cada vez que uno de los conferenciantes movía su charla de fecha, ─”que Lledó no puede este viernes”; “que Aranguren retrasa el viaje…”─, Moli llegaba descompuesto, pues siempre coincidía con alguna de nuestras manifestaciones por el centro de la ciudad. Y en cada ocasión tocaba volver a convocar nueva asamblea y con una excusa u otra, cambiar los acuerdos para dejar libre la hora de la charla, que siempre eran en la Casa de la Cultura. Todo pudo ser resuelto. Pero esto fue el asunto menor del ciclo, que de puertas afuera fue un éxito rotundo, con el salón de la Biblioteca Pública a rebosar.  El Diario de Burgos recogió en largas previas el aviso de las conferencias, con despliegue del currículum del orador, oportunamente redactado por Moli. Al día siguiente, una página resumía el contenido de la conferencia, con fotografía del protagonista. En el caso de la última, la de Aranguren, éste apareció en portada.

Decía que, hasta cierto punto, aquello fue el asunto menor ─la celebración de las conferencias en el centro de la ciudad─, porque Moli se encargó de Sorbonizar o Nanterrizar  nuestro encierro con aquel ciclo de los más importantes filósofos de entonces. Todos ellos hicieron doblete. Al acabar su conferencia, bien aquella tarde, bien a la mañana siguiente, se reunieron con nosotros, los estudiantes, en el CUI para comentar y hablar de la huelga, sobre la universidad, sobre el papel de nuestros saberes en la sociedad, de nuestro compromiso y esfuerzos.  Si nuestra huelga ya había tenido un desarrollo y quehacer singulares, un convencimiento de estar haciendo y participando en reivindicaciones y esfuerzos que no eran estériles, que entendíamos que tenían que ver con momentos que eran verdaderas encrucijadas en la historia de nuestra recuperada democracia, aquellas visitas filosóficas fueron para nosotros una inserción de espíritu lleno de pureza, de compromiso, de vínculo directo con las luchas que venían de décadas de oposición al franquismo más crudo, de la ensoñación sesentayochista, del París de Sartre…, del sueño de poder soñar.

1987 fue un año inolvidable. Aprendí lecciones imperecederas, sentí formar parte de un mundo que me esperaba, pude creer en la fuerza de la juventud, en la capacidad de hacer y, sí, soñar.

1987 fue, qué duda cabe, Moli.

Al curso siguiente, dimitió el ministro.



Juan José Molinero Martínez (1943-2023)

14/5/24

PUES SÍ, LA AMNISTÍA

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 13/05/2024. Página 5. 

Después de tanta sobredosis de máquina del fango, ver a Salvador Illa ganar las elecciones con serenidad de James Stewart, no solo conforta, es que a uno le alegra el alma. Necesitamos ese trato de confianza en el votante, en la capacidad de reflexión del ciudadano, hartos ya de ser jaleados como mulas cascabeleras. Cataluña es espacio complejo al que las muchas ignorancias y agitaciones complican permanentemente su gestión.

Los resultados electorales no son concluyentes, pero de lo constatado hay noticias con las que todo periódico que se precie debería haber abierto a cinco columnas, como: el independentismo derrotado en las urnas. Y, ocupando la mitad inferior de la portada, otro titular de igual tamaño: el presidente Sánchez tenía razón.

La política en democracia es un arte de mediaciones y gestión para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Un servicio de resolución de conflictos y desigualdades, de promoción de la justicia… El buen político construye sobre estas bases en tiempos de bonanza para su proyecto, y ajusta cuanto puede a tales principios lo que llega por la vía de la necesidad o la imposición externa. Hacer política no es meramente desear, hay que tener la valentía de saber ver en la concesión, en la generosidad, incluso en la incomodidad de aceptar posturas ajenas rayanas en la indecencia, oportunidades para el encuentro, la desinflamación, la rotura de diques de agravios… El presidente del Gobierno tuvo el sapo de tener que negociar con Puigdemont su investidura ─incomodidad que le agradecemos todos los que no queremos un gobierno neoliberal en lo económico y ultraderechista en lo cultural y social─, y vio en la carencia una oportunidad para acercar Cataluña al ser común de España. Esta decisión ingrata, la de la amnistía, como en su momento la de los indultos, se ha revelado la mejor forma de coser España, frente a lo que dice el grupúsculo de energúmenos fascistoides y desinformados que acosan cada tarde la sede del PSOE injustificadamente.

Se puede vivir del odio o hacer política para los ciudadanos. Nada hay más parecido que el sionismo exaltado de Junts y el del PP-Ayusismo, dos perfectas máquinas de retroalimentación procesista a través del rencor y la deslealtad, con idénticas estrategias de desbordante clasismo y con sendos aliados ultras xenófobos.

     Veremos qué pasa con el  Govern,  pero la  apuesta de la victoria está clara: política para la convivencia y la mejora de la ciudadanía. 





30/4/24

CONTRAFACTUM

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 30/04/2024. Página 5. 

 A las 11:05 h., Busilis Tosantos dio paso a la conexión con el palacio de La Moncloa después de seis horas de especial informativo sobre el presidente del Gobierno: tahúr, llorón, ofendidito, dictadorzuelo enamorado, Ceaucescu de Tetuán, socialcomunista bilderbergiano, exterminador de la Transición, miniyo zapateril…, fueron algunos de los hitos señalados del currículum presidencial.

En cuanto se supo que Pedro Sánchez se iba, el empresario Stanislás Turrea dio orden de que las sirenas de la fábrica sonaran alborozadamente durante diez minutos. Hubo quien corrió a los refugios antiaéreos y quien acabó en el hospital con tremenda otitis. Se acabó el Perro. Bien está lo que bien acaba. La marcha le ha costado un pico en cheques a KO News, La Razor, The Subjective y El Confesor, pero está contento. Él ha hecho su parte.

A las 12:21, tres.radio Bierzo pinchó la contraseña acordada, “Como un vagabundo”, de Bertín Osborne. Fue oírse el “Buenas noches señora, buenas noches señora, hasta la vista” y lanzar las jumentudes fascistoides de Ponferrada un seat 127 lleno de garrafas de orujo con su trapo embocado ardiendo contra la sede del Partido Socialista.

Pasadas las 15:17 h., mientras el jefe de la Oposición amputaba con saña unos centollos en Combarro’s, Sovago Fangal irrumpía en la casa-cuartel de Sant Martí de Llémena, patria chica del fugado Puchcerrete. Sovago se identificó ante el cabo Descargamaría y el número Filabres, y al grito de ¡A la rapa del indepe!, incitó a los beneméritos a que le escoltaran para capturar al expresident que, señaló, se escondía en la comarca de La Selva.

A las 17:30 h., la presidenta de la federación madrileña de hostelería, Massiel Gáladriel Contuso, se personó en la marisquería acompañada de una legión de seguidores, todos con camiseta de Mahu extralúpulo. La legión, compuesta por diez cohortes de seis centurias cada una, rodeó el figón en el que brindaba el amado líder, que fue sacado a hombros y, una vez en la calle, desmembrado con el concurso de cuatro espectaculares ejemplares de hispano bretón traídos del Valle de Valdebezana. La orgía de libertad sanguínea se extendió hasta la media noche, momento en que un retén de los servicios privatizados de basuras limpió la zona con agua a presión.

Se acabó la dictadura, declaró el nuevo vicepresidente del Gobierno, Miguel Ángel Marínez, a las 7:15 h., ya 30 de abril. En España empieza de nuevo a amanecer.




 

16/4/24

UN HONOR ENRARECIDO

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA

eldiario.es 14/04/2024 

https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/opinion/honor-enrarecido_129_11288328.html

 

PRO PATRIA MORI

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 16/04/2024. Página 5. 

Cuando los parlamentarios y asimilados de Vox hablan en el Congreso de los Diputados, en las Cortes de Castilla y León o ante cualquier micrófono que les ponen delante, creen que dicen cosas como “He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.” Pero, en realidad, graznan. Ellos se palmean, se jalean y animan como si la intervención hubiera sido un combate épico en el senado de Roma. Es obvio que les han dado algunas recomendaciones sobre cómo modular la voz y acompañar los gestos, pero todo queda en nada al escuchar la sinsorgada de turno. Sus declaraciones quedan muy lejos del dramatismo del replicante Roy Batty. Farfullan cosas sin sentido, exageraciones en el mejor de los casos, habitualmente falsedades históricas, barbaridades sacadas de algún vídeo que circulará por sus redes privadas, cuando no mentiras crasas. Vox ha comprobado que mentir sale gratis ─no son los únicos─. Tratan a la población sin respeto, como un ganado primario que reacciona a la provocación y la gestualidad incitadora, una masa tan iletrada como los diputados ultras, pero con ganas de marcha…

Las recientes intervenciones del diputado José María Figaredo en el Congreso deberían conllevar una expulsión del escaño por falsedad. No menos graves fueron las falacias y estupideces dichas por el procurador David Hierro en nuestras Cortes regionales negándose a condenar el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista. Todo forma parte de la misma estrategia: negar las bases de convivencia acordadas en la única ley de concordia válida de nuestra sociedad, la Constitución de 1978.

Quienes votan a Vox pensando que con ello apoyan un ejercicio de patriotismo, siquiera con ciertos rescoldos franquistas, parecen ignorar el engaño del que son presos:  Vox es el partido más anticonstitucional de nuestro sistema. Su modelo propugna acabar con todo lo que supone concordia de la Constitución: un sistema de salud público universal y gratuito, derechos de los trabajadores, defensa de la igualdad y equidad, respeto de las minorías y situaciones de desigualdad, educación de calidad y gratuita, atención social. Eso sí, mucho golpe de pecho, mucha bandera, mucho marcar quienes se salvarán y quienes arderán en el infierno… Verdaderamente, su modelo no es para tibios, tampoco para quien vaya más allá de la lectura de un libro.