DIARIO DE BURGOS, 21/02/2023. Página 5.
¿Qué cráneo
privilegiado se ha arrogado la capacidad para decidir que hay que acometer este
cambio? Mientras la fama del pintor ─que no por escultor─ se utiliza como
argumento bloqueador de toda protesta o disconformidad, una fuerza visionaria anónima señala que las
actuales puertas son poco vistosas ─maltratadas y abandonadas oportunamente─.
También nos explica que el monumento es una suma de adiciones en el tiempo,
como si eso permitiera el eterno retoque. Por decirlo al estilo de las
parábolas: hay quien renuncia a asumir la catedral en su anciana dignidad y beldad
─que es lo protege la UNESCO─ y prefiere convertirla en una vieja ridícula que
se niega a envejecer a base de estiramientos, prótesis e inyecciones de
silicona hasta transformarse en un espantajo.
La catedral es
el símbolo de Burgos. No hay otro que haya tenido tal fuerza y fijeza en el
tiempo. Cualquier burgalés sabe que le une al templo gótico una relación
emocional única, personal, vibrante. Por ello, la percepción de privatización
del monumento no solo es dolorosa, sino que refuerza la idea de una Iglesia
opuesta a su pueblo.
Sin proyecto
real ni informe de impacto patrimonial ─incomprensible─, con la declaración de
Patrimonio de la Humanidad en juego, el pegote de las puertas alterará la
totalidad de la fachada principal de la catedral, hoy aérea, proyectada hasta
la punta de sus agujas gracias a la coherencia y liviandad de su base. La
brutal masa broncínea de López achatará la visión de esta portada matando la
línea de fuga para centrar la atención del espectador en un mamotreto basal que
rompe toda la verticalidad y contexto gótico. La fachada entera, delicado juego
de equilibrios para sostener el rosetón y los ventanales, se pondrá en riesgo
permanente con el cambio de pesos, tensiones y dilataciones de la nueva
instalación.
¿De quién es
la catedral sino de los burgaleses? ¿Por qué se nos quiere hacer pasar por
brutos o desinformados a las casi 80.000 personas que han firmado contra el
cambio en change.org? ¿Quién gana en este falso debate entre supuestos antiguos
y modernos? Y, sobre todo, ¿para qué este costosísimo circo?