27/10/21

SOMBRAS

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 27/10/2021. Contraportada.

 Con la salida/huida de Pablo Iglesias del gobierno, las muelas salieron de su letargo y comenzaron a comer acero. En cuanto se derrumbó el mito, la profecía laclausiana, los incansables caínes hicieron recuento de hachas, dagas y espadas. Y creyó Sánchez que aquello era bueno, y puso a calentar a su gens para el siguiente embate. Había comenzado el derrumbe.

Los partidos que habían venido a cambiar el panorama político, boquean como jóvenes dinosaurios intoxicados por tanto dióxido de azufre. Podemos aún cree proteger sus pérdidas mientras a Ciudadanos casi no se le nota el pulso. En la UCI no dan abasto.

El partido naranja, aquel heraldo de cierta sensatez media, denunciador de los excesos del nacionalismo catalán, se apuntó a todas las coyunturas de aspiración pija, de adosado con piscina y pista de padle comunitaria, y acabó creyéndose que este país era un suburbio de New Hampshire, y a poco se transmuta en una sucursal de Ivanka Trump. Sus votantes experimentaron unas radicalizaciones tales que ya no sabían qué eran o por qué sustentaban inexplicables gobiernos. Lo que quede ni siquiera será un hermoso cadáver.

En Podemos, las podas se suceden sin descanso. Presos de una suerte de síndrome de automutilación, el sueño asamblearista se derrumba a la chita callando entre la indigestión de gobierno nacional y un hambre bulímica de liderazgo. Errejón toca la flauta, que parece producir el milagro cromatográfico del tinto al verde, mientras Mónica García le birla la silla para acercarse a la solana de Yolanda Díaz. Y esta es otra, ¿cuál será la nueva fórmula de la enésima casa común. Sobran egos, sectarismos, afanes conspiranoicos, excesos de identidad fluida para centrarse en un proyecto social con chicha.

Los viejos paquidermos aguantan, mal, pero continúan. Sus estructuras absorben los golpes, que en el caso del PP pasan por la ventaja de la fidelidad parroquiana de sus votantes, por más que les pongan a un pequeño Nicolás al frente o Abascal remoje las barbas. Casado lo fía al desembarco de las hipotecas naranjas.  El PSOE, Sánchez, impulsa el viejo gregarismo de quien cree que el viento le sopla de popa y los fondos europeos todo lo podrán. Pero necesita aliados, y esa batalla a su izquierda es la gran incógnita. No hay manera de interpretar las sombras, las tantas sombras. 




13/10/21

Antonio José, 1902-1936.

IGNACIO FERNÁNDEZ DE MATA
DIARIO DE BURGOS, 13/10/2021. Contraportada.

    Cada 9 de octubre, el sentido homenaje que hace la Peña Antonio José al músico asesinado en 1936, me provoca tristeza y desazón. No es por el acto en sí, sino por el regateo a la memoria que supone el espacio ante el que se hace: un amasijo de tubos y planchas inexpresivas que recibe el críptico nombre de heptacordo. A sus pies, una pequeña plancha con un impreciso perfil de Antonio José incluye su nombre y las fechas 1902-2002. No aparece el año de su muerte ni las razones de esta.
    A buen seguro, por el momento en que fue erigido este homenaje —2002, año del centenario de su nacimiento—, no hubo intención de ocultación del luctuoso asesinato. Sin embargo, el resultado, paradójicamente, afirma las políticas de olvido franquistas, aquellas que pretendieron expulsar a todos los represaliados del sentido de historia colectiva española.
    Antonio José fue asesinado, pásmense, por convertir el Orfeón burgalés en una maravillosa ilusión popular, un coro de altísima y admirada calidad musical. Nada tuvo que ver no sé qué artículo —inexistente— denunciando a un cura abusador, ni envidias de otros músicos. Ninguna historia rigurosa, científica, puede asumir tales explicaciones.  Fue su pertenencia a la tertulia de El Ciprés, su proximidad a los quehaceres e impulsos del Ateneo Popular, a los esfuerzos educativos de las Misiones Pedagógicas, su compromiso con los humildes, esto es, a los vientos de cambio y modernización de la Generación de la República o del 27, lo que le convirtió en enemigo. Su gran delito: haber impulsado una escuela de música y canto que llegó a ser calificada —con intención— de orfeón obrero. La represión de los sublevados, pronto franquista, buscaba una limpieza ideológica, el exterminio de quienes no fueran parte del conservadurismo nacionalcatólico. Antonio José, un hombre plenamente bueno, no podía comprender esta saña, como muestran sus desconsoladas cartas desde la cárcel.
    La memoria democrática exige el rescate de los represaliados, de tantas personas comprometidas con su tiempo cruelmente perseguidas y asesinadas. Por eso son necesarias hoy las leyes de memoria. Además de programar y recuperar su obra, Antonio José y otros como él merecen estatuas que les recuerden, esculturas con su verdadero rostro y aspecto que hagan pedagogía urbana y trasladen a la población la gran pérdida de sus vidas. En Burgos, lamentablemente, la memoria de Antonio José se sigue perdiendo entre unos incomprensibles tubos.