DIARIO DE BURGOS, 28/11/2023. Página 5.
Cree mucha
gente que hay ciclos políticos espontáneos, momentos en los que ciertas
tendencias políticas cobran nuevos auges, como si fueran inevitables fases
lunares. Estas olas se relacionan con figuras conocidas que
acaudillan los cambios, y que pasan a la historia popular como ejemplo de
visionarios o, si se prefiere, restauradores de un pasado más feliz.
Sin embargo, cuando se repasa la historia, pocos de estos caudillos
resisten el paso del tiempo. La única prueba real de su supuesta valía debería
ser la de la sociedad que dejaron: más equilibrada, menos empobrecida, más
segura, más feliz. Los datos suelen decir lo contrario.
A los nacidos
en el mundo occidental contemporáneo nos cuesta aprender que la vida está llena
de injusticias e inseguridades, de retrocesos. La idea de que el cambio era
progresivo, que las condiciones de vida mejoraban permanentemente, cayó hace
tiempo. La inseguridad y la desesperanza, el empobrecimiento, la falta de
expectativas golpean de manera indiscriminada, pero a unos les dan más duro que
a otros. Y esa es la verdad de los visionarios: prometen cielos a los que solo
acceden unos pocos, depauperando a los más.
Ahora quieren convencernos de que ha llegado un
tiempo nuevo, el de la ola ultra. No hay que resistirse, hay que aceptarlo: toca
el desmantelamiento de las políticas públicas, que son cosa antigua; el fin
del gasto social, que es un dispendio; la aceptación del clasismo y del valor
del esfuerzo personal ─el que puede, vale─; el fin de tanto Estado acaparador
de impuestos; el de la identidad tribal y cavernícola.
La ola parece
tener algo cierto: demasiados poderosos la impulsan, así que se vuelve cierta,
alcanza todas las latitudes ─y engrosa las cuentas de sus eficaces
emprendedores─. Empiezan con la desvirtuación del modelo, la crítica contra los
derechos de los más débiles, la innecesaria presencia del Estado en la vida
moral de los ciudadanos. Y, de la mano ultra, nos hacen creer que Miami está en
Burgos, Valladolid, Madrid… Para el ciudadano, la misma seguridad que un mono
con un kalashnikov.
Del reciente
discurso de investidura de Pedro Sánchez se han glosado muchas partes y
asuntos, yo me quedo con que el Gobierno de España será un muro contra la
ultraderecha, contra la pérdida de derechos, sus desigualdades e injusticias.
De momento, con lo de Israel, está cumpliendo.
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