DIARIO DE BURGOS, 10/01/2018. Contraportada.
Una vez contestada como
corresponde la arremetida de Sarmiento (http://bit.ly/2mlNbCi),
volvamos a la abracadabrante actualidad.
Sin aliento nos deja Oriol
Junqueras en su insistencia de merecer la excarcelación porque es creyente,
ergo, no violento. La pretendida correlación entre pacífico y creyente mueve a
risa a cualquiera que sepa algo de historia o simplemente abra un periódico de
vez en cuando. Las matanzas que ofrecen los anales de toda época y sociedad en
nombre de sus dioses no parecen los mejores atenuantes para el líder de ERC. Además,
como es sabido, todos los nacionalistas son fervientes creyentes, lo que habrá
hecho pensar al juez que lo de este hombre es contumacia.
La cristiana o pacífica conculcación de las leyes no
puede ocultar el hecho fundamental de su atropello. Que el PP ha sido torpe en
extremo al esperar que se pudra el problema catalán no oculta que los
independentistas han atentado contra el ordenamiento jurídico con clara
voluntad de hacerlo. Luego uno escucha a Ada Colau lamentándose de que se prive
de libertad a Junqueras dado que no ha cometido ningún acto violento y se
comprende el descalabro de En Comú Podem. El argumento de la alcaldesa se las trae. Vamos, que de un plumazo
soluciona todos los juicios por corrupción, doble contabilidad, amaño de
contratas, Bankia, tarjetas black… delitos que perfectamente se practican
silbando (pacíficamente).
Así está la política, rebosante
de confusión y descrédito. No es que los conceptos estén superados —derecha,
izquierda…—, es que sus ocupantes se pudren en vida. El lío independentista ha
asolado las lógicas políticas por compromisos sagrados que han desdibujado los idearios.
Los indepes viven de una fantasía en
technicolor. El resto quiere pescar en aguas ajenas y solo cosechan desencanto
y distancia. A C’s, sin embargo, le sale bien la carambola. Enmascarado con el
simple y contundente No al independentismo, ha recibido el voto de quienes en
otras circunstancias no apoyarían su neoliberalismo de pijos. Su mies crece
mientras asistimos a la descomposición Popular y su miríada de juicios por
corrupción. Qué espectáculo el de Rato ayer en el Congreso. Casi abronca como
Pujol. Al PP no le salvan ya ni expertos en tanatopraxia. Mientras, Oriol reza
al mismo dios que Rajoy, y parece que con el mismo caso.